Hace 60 años, se podían perder carreras por contar con unos frenos débiles y que se sobrecalentaran rápidamente. El calor de fricción, que ponía los frenos a más de 500 grados centígrados, hacía a éstos perder la eficacia, a veces hasta el punto de perderla completamente.
Debido a estos problemas, los chicos de Porsche comenzaron a trabajar en una idea innovadora. En 1965, Porsche puso en manos de Gerhard Mitter, que participaba en carreras de montaña, un increíble deportivo para el Campeonato de Europa: el Porsche 906-8 Bergspyder. Además de su motor de ocho cilindros con más de 260 CV de potencia, llamaban la atención los frenos del eje deantero, que estaban dotados de discos de doble superficie con unas ingeniosas perforaciones.
Para refrigerar los discos se crearon canales de estructura radial que van desde el exterior hasta el centro para que circule el aire. Con ello, se mantiene la temperatura baja y el rendimiento de desaceleración constante. Esta innovación permitió a Mitter utilizar agresivamente los frenos para superar a sus competidores.
Llegada a los modelos de serie
«Lo que funciona en competición debe pasar a los modelos de serie». Con este lema, el freno de disco con ventilación interna llegó a las carreteras de una forma muy rápida. En 1966, los propietarios del Porche 911 S tuvieron la opción de equipar a sus bestias con este innovador sistema.
