¿Estás pensando en comprarte un coche nuevo? Hay muchas cosas que debes tener en cuenta: el precio, si vas a elegir un motor de combustión o te vas a pasar a uno electrificado, las listas de fiabilidad que publica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las opiniones de otros conductores que tengan ya el mismo modelo en el que tú estás pensando…
Pero si quieres saber si un coche es fiable o no, olvídate de la OCU y fíate de lo que dicen los desguaces. Al final, estos centros reciben cada año miles de coches que han llegado al final de su vida y tienen una ‘base de datos’ real, aunque no aparezca en buscadores ni tengan puntuaciones de expertos. Y aunque no lo creas, dice mucho más de lo que piensas sobre una marca.
¿Qué revela un desguace que no te cuenta la OCU?

La OCU evalúa talleres, lanza encuestas de satisfacción y clasifica marcas según sus propietarios. Es útil, sí, pero los Centros Autorizados de Tratamiento de Vehículos (CATV) se acogen directamente a los coches que acaban en sus instalaciones, con un historial de averías, el kilometraje real y su edad.
En 2023, según datos de Sigrauto, se desguazaron más de 600.000 coches en España. Y si miramos el ranking de los modelos más ‘reciclados’, encontramos modelos que no deberían sorprendernos demasiado, todos con más de 20 años a sus espaldas:
- Peugeot 206 (13.742 unidades).
- Renault Mégane II (13.096 unidades).
- Citroën Xsara (12.827 unidades).
¿Significa esto que son coches poco fiables? Todo lo contrario. Que hayan aguantado tantos años, y en su mayoría tantos kilómetros, habla muy bien de ellos. De hecho, la mayoría han sobrevivido a dos o tres reformas fiscales, varios gobiernos y alguna que otra moda SUV.
Así que el coche que entra en el desguace a los 22 años, ha cumplido con creces y ha ‘vivido’ mucho. Lo preocupante y lo que sí da pistas negativas es que un vehículo entre en el desguace con menos de 10 años y con averías más caras que el precio del propio coche.
La lista de coches que duran… y los que se quedan por el camino

Otra cosa contra la que no puede competir la OCU es con la experiencia que tienen los trabajadores de un desguace. Por ejemplo, hay muchos que coinciden en que los coches asiáticos están en otra liga. No ven muchos Toyota, Lexus, Honda, Subaru o Hyundai; y cuando lo hacen, suele ser más por siniestros que por fallos mecánicos.
Son motores convencionales, con electrónica justa, buenos materiales y políticas de mantenimiento bastante razonables. Sin ir más lejos, Toyota y su división premium, Lexus, dan a sus clientes hasta 10 años de garantía.
En el lado opuesto, están algunos modelos modernos que a estas alturas no sorprende a nadie que terminen en un desguace. Por ejemplo, algunos motores PureTech 1.2 del Grupo Stellantis, con la correa bañada en aceite y problemas con el AdBlue. Los desguaces se encuentran estos coches a diario, con poca edad y un kilometraje con el que deberían estar funcionando a pleno rendimiento.
Tampoco salen bien parados algunos modelos de Jaguar Land Rover fabricados entre los años 2008 y 2019 que, según fuentes del sector, arrastran fallos estructurales en el diseño de sus motores. Sin ir más lejos, la marca británica se ha tenido que enfrentar en los últimos años a los problemas de su motor Ingenium, con fallos graves en la cadena de distribución, árbol de levas, turbo y hasta roturas del motor completo mucho antes de llegar a los 100.000 kilómetros.
Y ojo, porque la tendencia no es puntual. Hay varios desguaces que coinciden en que están recibiendo coches modernos con reparaciones inasumibles para el usuario medio, pues implican un cambio completo de motor, averías electrónicas complejas o fallos en piezas que antes casi no daban problemas. Y esto ha llevado, por ejemplo, a marcas como Jaguar y Land Rover a ocupar los últimos puestos de los rankings de fiabilidad de la OCU.
¿El motivo? En parte, la reducción de costes o el uso de calidades muy por debajo de lo aceptable, y de lo que podemos esperar de un fabricante de alta gama con precios que perfectamente rondan los 50.000 euros.