Un pequeño despiste al aparcar, el carrito de la compra que se descontrola en el supermercado y otros incidentes pueden hacer que el coche sufra una abolladura en la carrocería. Un problema que puede costar mucho dinero, aunque Norauto tiene un producto que puede hacer que ahorres tener que pasar por el taller. Una solución sencilla, rápida y, sobre todo, económica, para devolverle a tu vehículo ese aspecto impoluto que tanto te gusta.
Pero, ¿es oro todo lo que reluce? ¿Es de verdad un chollo que te va a salvar de las visitas al chapista? Vamos a desgranar toda la verdad para que sepas qué esperar y cómo sacarle el máximo partido a la ventosa reparadora de chapa.
La ventosa de Norauto de la que muchos hablan

Norauto ofrece en su catálogo de soluciones para abolladuras la ventosa para carrocería Krawehl. Se trata de un producto que llama la atención por su sencillez y su precio de menos de 8 euros. Está fabricada con un cuerpo de ABS y una ventosa de goma de 11,5 cm de diámetro, y cuenta con dos asas para que la puedas sujetar y retirar con facilidad.
No obstante, es importante aclarar que el concepto de ventosa para abolladuras solo funciona bajo ciertas condiciones, aunque en esos caso lo hace de maravilla. No hablamos de magia, sino de física. Esta herramienta está diseñada para adherirse a la superficie de la chapa y, mediante un proceso de tracción, ayudar a que el metal vuelva a su posición original.
El funcionamiento de una ventosa extractora de abolladuras es muy fácil de entender, aunque para hacerlo bien se necesita un poco de destreza. Imagina que la abolladura es un hueco en la chapa de tu coche. Cuando colocas la ventosa sobre la superficie y activas su mecanismo, se crea un vacío entre la ventosa y la chapa. Este vacío genera una fuerza de succión que «agarra» la abolladura.
Una vez que la ventosa está bien adherida, el objetivo es tirar con fuerza y de manera constante (o en algunos casos, con pequeños tirones controlados) para que la chapa, que por el golpe se ha deformado, regrese a su forma original y el daño desaparezca. Es como si estuvieras aspirando la abolladura hacia afuera. El material del que está hecha la ventosa es fundamental para asegurar una adhesión perfecta y no dañar la pintura del coche. Además, el mango es ergonómico y resistente para soportar la fuerza de tracción necesaria.
Tipos de abolladuras que se pueden reparar con la ventosa

Cabe aclarar que no todas las abolladuras se pueden reparar con una ventosa. Solo la podrá utilizar en este tipo de situaciones:
- Abolladuras superficiales y de gran tamaño: Las que no tienen pliegues agudos ni la pintura rota, como un golpe suave y redondo causado por una pelota o un leve empujón en el parking. La chapa debe estar solo hundida, sin haber perdido su forma original de forma drástica.
- Abolladuras en zonas accesibles y planas: Las ventosas funcionan mejor en paneles grandes y relativamente planos, como las puertas, el capó o el techo. Si la abolladura está en un nervio de la carrocería, en una esquina, en un pilar o en una zona con mucha curvatura, será muy difícil que la ventosa consiga la succión y la tracción adecuadas.
- Chapa sin arrugas ni estiramientos: Si la chapa ha sufrido un impacto tan fuerte que se ha estirado, arrugado o agrietado, la ventosa no podrá devolverla a su estado original. En estos casos, la chapa ha asumido la nueva forma y necesitará un trabajo de taller más complejo, que a menudo implica calentar el metal o incluso reemplazar la pieza.
- Pintura intacta: La ventosa solo actúa sobre la chapa. Si la pintura se ha levantado, agrietado o rayado debido al golpe, incluso si logras sacar la abolladura, el desperfecto estético seguirá ahí y necesitarás un retoque de pintura profesional.
Pasos para usar una ventosa para abolladuras

Si tienes una abolladura que cumple los requisitos y te decides a probar una de estas ventosas, estos son los pasos a seguir. Recuerda que la paciencia y la suavidad son clave:
- Limpia la zona: Es fundamental que la superficie de la abolladura y los alrededores estén bien limpios, secos y libres de polvo, cera o cualquier suciedad. Esto asegurará una succión óptima y evitará arañazos.
- Calienta la abolladura (opcional, pero recomendable): En muchos casos, aplicar un poco de calor a la zona abollada (con un secador de pelo, por ejemplo, nunca una pistola de calor industrial que pueda dañar la pintura) puede ayudar a que el metal sea más maleable y facilite la extracción. No te excedas con el calor, solo lo suficiente para que la chapa esté templada.
- Coloca la ventosa: Centra la ventosa sobre el punto más profundo de la abolladura. Asegúrate de que el borde de la ventosa tenga un buen contacto con la superficie plana que rodea el golpe para crear un sellado hermético.
- Genera el vacío: Presiona fuerte la ventosa contra la chapa. Luego, activa el mecanismo de succión para crear el vacío. Deberías sentir que la ventosa se adhiere con fuerza.
- Tira con decisión: Una vez que la ventosa está bien sujeta, tira de ella con firmeza y de manera constante hacia ti. Algunos expertos recomiendan pequeños tirones repetidos en lugar de uno solo y muy fuerte. Si la abolladura es grande, puedes intentar tirar desde diferentes puntos para ayudar a que la chapa se mueva de manera uniforme.
- Libera la succión: Cuando consideres que la abolladura ha cedido lo suficiente, o si necesitas volver a colocar la ventosa, utiliza el mecanismo de liberación rápida para soltar el vacío.
- Evalúa y repite si es necesario: Examina el resultado. Es posible que no consigas una superficie perfecta al primer intento. Si la abolladura sigue ahí, repite el proceso desde el principio. A veces, pequeños ajustes o cambios en el punto de tracción pueden mejorar el resultado.
¿Merece la pena la inversión?

La ventosa de carrocería que ofrece esta cadena especializada en productos para coche, por sí sola, no es la solución para extraer abolladuras. La verdadera clave para ahorrar dinero está en tu capacidad para identificar el tipo de abolladura y elegir la herramienta adecuada. Una ventosa extractora de abolladuras diseñada para tal fin puede ser una inversión mínima que te ahorre el coste de un pequeño arreglo en el taller, que fácilmente podría ascender a 50, 100 o incluso más de 200 euros, dependiendo de la gravedad y el lugar del golpe.