Tomar la decisión de llenar el depósito con gasolina de 95 en lugar de la recomendada 98 —o mezclarlas— puede parecer algo sin importancia. Pero si tienes un coche diseñado para alto rendimiento o con una alta relación de compresión, el efecto inmediato es una ligera pérdida de potencia, un aumento de consumo… y a largo plazo un posible daño grave en el motor. Conocer los riesgos es clave para no llevarte una factura inesperada.
Aunque tu coche funcione sin chirridos extra, lo que está ocurriendo dentro del motor puede estar lejos de ser benigno. La mezcla de distintos octanajes altera la combustión, provocando detonaciones prematuras o “golpeteo” —conocido también como picado de bielas— que, si no se corrige, puede convertir en un invierno de motor lo que parecía una buena oferta en gasolina.
1Mezcla sin riesgo inmediato… pero no para siempre

Según informan algunos medios especializados en la materia, combinar gasolina de 95 y 98 octanos no genera daños evidentes y el motor sigue funcionando con total normalidad. Para la mayoría de los coches modernos, lo que obtienes es un combustible con un octanaje intermedio: el sistema de gestión electrónica lo detecta y ajusta la inyección y la fase de encendido.
Sin embargo, esta corrección implica una pérdida de prestaciones y eficiencia energética. En motores que requieren carburante de mayor octanaje, el efecto es más notable: menor aceleración, respuesta más lenta y consumo ligeramente superior. Puede parecer un pequeño inconveniente, pero repetido durante miles de kilómetros, acelera el ritmo de desgaste.