comscore

Mazda MX-5. El 'dibujasonrisas'

Ser el roadster más vendido del mundo no es por casualidad. Hay muchos factores que influyen: haber sido el primer coche de este tipo, ofrecer un diseño llamativo, disponer de motores que garanticen prestaciones a la altura del estilo del coche… Todos esos factores los controla Mazda, que desde 1989, con la primera generación del MX-5, se ha esforzado en ofrecer otra cosa, más difícil de cuantificar: una sonrisa en cada conductor.

Eso es lo que nos contaba Chema Terol durante la presentación de la nueva generación del MX-5 en Barcelona la pasada semana. El consejero delegado de Mazda Automóviles España resumía en esa imagen ''un coche capaz de dibujar un sonrisa en su conductor'' el objetivo de los ingenieros de la marca japonesa al desarrollar la cuarta generación del MX-5. Y con esas expectativas nos enfrentábamos a la toma de contacto con el nuevo MX-5 por carreteras catalanas.

Fiel a sus orígenes

El MX-5, que ya está disponible en los concesionarios de Mazda, mantiene la configuración que se ha hecho tradición en las cuatro generaciones del descapotable japonés. Construcción ligera, propulsión trasera, motores fiables y de buen rendimiento y sencillez absoluta en sus soluciones son los cuatro grandes ejes sobre los que se ha desarrollado este modelo.

Y esas claves se cumplen, punto por punto en este MX-5. Si hablamos de ligereza en el peso, la 'tonelada y poco' de peso en sus diversas versiones es un 'peso pluma' respecto a sus rivales naturales -BMW Z4 o Mercedes SLK- que rondan la tonelada y media. La propulsión se mantiene como sistema de tracción y como garante de la filosofía deportiva de este modelo. En cuanto a los motores, cuenta con dos propulsores, ambos con tecnología SkyActiv, un 1.5 de 131 caballos y un 2.0 que eleva la potencia hasta los 160. Y terminando con la sencillez, aquí la experiencia siempre es un grado y, por ejemplo, el sistema de plegado y desplegado de la capota, con un simple gesto y en un único movimiento de la mano es una maravilla por su facilidad de uso.

Dos motores y muchas curvas

Pues bien, con estas expectativas nos poníamos al volante del MX-5. Primero la variante menos potente. El 1.5 de 131 caballos puede parecer poco, pero si mezclamos esos caballos con sus 1.050 kilos de peso, vemos que cada caballo sólo tiene que mover 8 kilos de peso. Y eso se nota al volante. Magnífico empuje y un motor que sube vueltas hasta más allá de las 7.000 revoluciones por minuto con un sonido que rápidamente se convierte en adictivo. El comportamiento en curva es intachable; gracias a su ligereza, a su bajo centro de gravedad y a unas suspensiones firmes pero en absoluto incómodas. Además obedece siempre y se coloca por donde el conductor quiere que vaya. A veces parece que te lee la mente.

Nos bajamos con la sonrisa ya marcada en nuestra cara para subirnos al día siguiente a la versión más potente. Ya nos parecían suficientes los 131 caballos, pero sin duda esperamos que los 160 sean aún mejor… Y lo son; aunque con reparos. La principal diferencia entre uno y otro se nota en la cifra de par. Los 15,3 mkg a 4.800 vueltas se convierten en el más potente en 20,4 a 4.600 vueltas. Eso se nota, aunque con un coche tan ligero realmente las diferencias de empuje no son exageradas. Otro reparo que le pondríamos es la menor elasticidad del motor. Si en el 1.5 estimulaba todos nuestros sentidos estirar el coche hasta más allá de 7.000 vueltas, en este la potencia máxima se obtiene a 6.000, con lo cual nos quedamos un poco con la miel en los labios.

Eso sí, en marcha el comportamiento es aún más deportivo gracias a una barra de torsión, a una suspensión Bilstein algo más firme y al uso de un diferencial autoblocante. Todo esto permite ir aún más rápido pero con la misma sensación de que el coche te va a obedecer siempre. Y lo hace en cada curva y en cada tramo. Nos ha encantado, pero no se nos quita de la cabeza la idea de que con el 1.5 ya disfrutas tanto que este 2.0 no es una prioridad.

No hemos hablado del cambio, sólo está disponible un cambio manual de seis velocidades, que es un delicia de uso gracias a sus recorridos cortos y al perfecto escalonamiento de las marchas. Y si corre mucho, también frena muy bien. Con discos ventilados delante y discos macizos detrás, durante el recorrido más de 250 kilómetros,  muchos de ellos de curvas enlazadas a buena velocidad, el comportamiento ha sido intachable, sin desfallecer.

Acabamos la prueba y volvemos al principio; a aquello de dibujar una sonrisa en nuestra cara. Efectivamente, nos bajamos del coche sin poder disimular que nos los hemos pasado genial. El Mazda 'dibujasonrisas' ha cumplido conmigo su objetivo. Y a partir de ahora tratará de hacerlo con todos los que se pongan a su volante, como lleva haciendo desde aquella primera generación lanzada en 1989.