La llegada del otoño no solo tiñe los paisajes de tonos ocres y rojizos, también trae consigo un elemento que se convierte en protagonista en la carretera: la lluvia. Las primeras precipitaciones convierten el asfalto en una auténtica pista de patinaje. El agua se mezcla con la suciedad y el polvo acumulados del verano, reduciendo la adherencia de los neumáticos y multiplicando el riesgo de accidente.
En ese escenario es cuando muchos conductores se dan cuenta de que sus reflejos al volante no son los de Fernando Alonso. Sin embargo, según los profesores de autoescuela, hay un truco sencillo que permite conducir de forma más segura y con confianza bajo la lluvia. No hay magia, sino aprender a anticipar y a reaccionar como lo haría un piloto profesional.
5Frenos bajo control: el arte de soltar antes de pisar fuerte

Una de las situaciones más comprometidas en lluvia es la frenada. Muchos conductores tienden a clavar el pie en el pedal en cuanto intuyen un peligro, lo que provoca bloqueos, pérdida de dirección y, en el peor de los casos, un accidente. El truco está en aplicar una presión progresiva, combinada con la reducción de marchas, de manera que el coche frene de forma equilibrada.
Los sistemas ABS ayudan, pero no hacen milagros. Por eso, los profesores de autoescuela insisten en practicar este tipo de frenada suave, para que, llegado el momento real, la reacción sea automática. Es la misma técnica que utilizan los pilotos para mantener el control en condiciones de lluvia extrema: frenar sin perder nunca la capacidad de dirigir el coche.