La llegada del otoño no solo tiñe los paisajes de tonos ocres y rojizos, también trae consigo un elemento que se convierte en protagonista en la carretera: la lluvia. Las primeras precipitaciones convierten el asfalto en una auténtica pista de patinaje. El agua se mezcla con la suciedad y el polvo acumulados del verano, reduciendo la adherencia de los neumáticos y multiplicando el riesgo de accidente.
En ese escenario es cuando muchos conductores se dan cuenta de que sus reflejos al volante no son los de Fernando Alonso. Sin embargo, según los profesores de autoescuela, hay un truco sencillo que permite conducir de forma más segura y con confianza bajo la lluvia. No hay magia, sino aprender a anticipar y a reaccionar como lo haría un piloto profesional.
4Velocidad adaptada: no es lo mismo seco que mojado

Otro aspecto fundamental es recordar que la velocidad límite no es una obligación, sino una referencia para condiciones óptimas. Cuando llueve, la adherencia disminuye de forma drástica y, aunque circulemos legalmente, puede que vayamos demasiado rápido para detenernos a tiempo.
Los instructores recomiendan reducir la velocidad habitual entre un 10 y un 20% cuando la carretera está mojada. Ese pequeño margen extra ofrece un colchón vital en caso de imprevisto. Al igual que hacen los pilotos en las carreras cuando aparece la lluvia, es cuestión de interpretar que las condiciones han cambiado y que debemos adaptar la estrategia.