Vas por la autopista con la familia con ganas de playa, el equipaje en el maletero… y de repente, tu coche se para. Calor, asfalto ardiendo, y un «¿por qué?» retumbando en tu cabeza. Las averías son comunes en verano. Hasta los más famosos pronosticadores del tiempo, como Jorge Rey y sus cabañuelas, lo saben: tu coche tiene la fecha de caducidad marcada. Y tú sin enterarte.
A más calor, más probabilidad de tener un percance. Según datos de Autoclub Mutua, el mayor club de automovilistas de España, en la última década, las asistencias en carretera se han duplicado durante los meses estivales. No es mala suerte: las altas temperaturas, las largas distancias y el envejecimiento del parque móvil forman un cóctel explosivo para tu coche.
4Las noches ya no son lo que eran

Las asistencias nocturnas han aumentado un 30%, coincidiendo con el auge de las ‘noches tropicales’, esas en las que el termómetro no baja de los 20 grados. Las altas temperaturas no solo dificultan el descanso humano, también castigan al coche, que nunca llega a enfriarse del todo. El calor acumulado en el asfalto, motor y frenos se convierte en un enemigo silencioso que no entiende de relojes.
Y claro, cuanto todo esto ocurre con el coche lleno de maletas, niños y planes de vacaciones, el estrés se dispara. No es lo mismo una avería un martes cualquiera de enero que quedarse tirado en medio de la autopista con 38 grados a la sombra. Ahí no hay predicción meteorológica que consuele: solo queda esperar a que llegue la grúa y maldecir no haber hecho la revisión antes.