En el mundo del mantenimiento del automóvil, pocos temas generan tanta curiosidad y debate como el uso de aditivos para la gasolina y el diésel. Estos productos, que se añaden directamente al combustible, prometen mejorar el rendimiento del motor, mantener el sistema de inyección limpio, reducir el consumo e incluso alargar la vida útil de ciertos componentes. Sin embargo, no todo es tan sencillo: aunque hay casos en los que realmente pueden ser útiles, en otros pueden ser simplemente innecesarios o incluso contraproducentes. La clave está en saber qué aditivo utilizar, cuándo y por qué.
A lo largo de los últimos años, los fabricantes de estos productos han desarrollado fórmulas más avanzadas, capaces de actuar de manera muy específica en las zonas del motor donde más se acumula suciedad. Pero también han crecido los mitos y la publicidad exagerada. El objetivo de este artículo es analizar de forma clara y directa si realmente merece la pena usar aditivos, en qué situaciones pueden marcar la diferencia y cuáles son sus limitaciones.
2Beneficios potenciales del uso de aditivos

Uno de los beneficios más conocidos es la capacidad de limpiar el sistema de inyección y las válvulas de admisión. Con el tiempo, la combustión deja residuos de carbonilla y barnices que pueden dificultar el flujo de combustible y aire, afectando al rendimiento y aumentando el consumo. Un aditivo de limpieza puede disolver parte de estos depósitos, restaurando una combustión más eficiente.
Otro punto a favor es la mejora de la lubricación interna, especialmente en motores diésel antiguos, donde el azufre del combustible ayudaba a lubricar, pero que ahora, con los combustibles de bajo contenido en azufre, han perdido esa propiedad. Algunos aditivos aportan un extra de lubricidad que puede ayudar a prolongar la vida de la bomba de inyección y otros elementos mecánicos.