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Exclusiva. Probamos el Skoda Superb Scout

No han sido muchos kilómetros, pero sí los suficientes, y suficientemente variados, para comprobar que los que pedíamos que hubiese también versiones Scout en la gama del buque insignia de Skoda íbamos encaminados, pues a partir del Superb Combi nace un modelo que, sin perder ninguna de sus muchas cualidades, mejora en algunas facetas que pueden resultar útiles para una parte de la clientela, especialmente si somos de los que subimos a esquiar en invierno o nos gusta visitar la ermita románica de turno aunque esté a varios kilómetros de final del asfalto y debamos circular por caminos no siempre en buen estado.

La razón principal está en los 15 milímetros extra de altura al suelo proporcionados por su paquete Rough-Road, ideales para circular por pistas no pavimentadas y asociados a una personalización exterior de la carrocería que persigue protegerla mejor en esos escenarios. Por ejemplo, los paragolpes delantero y trasero son más robustos que en los Superb normales y reciben protecciones inferiores de efecto aluminio, y se emplean acabados de plástico adicionales para resguardar los pasos de rueda, los umbrales laterales y la parte baja de las puertas. El rediseño específico del Scout no acaba ahí, pues también los rieles del techo y los marcos de las ventanas cromados logran un toque especial, como las carcasas de los retrovisores de tono aluminio y los alerones decorados con emblemas 'scout' especiales. Además, de serie equipa unas llantas de 18 pulgadas específicas, cuya medida nos parece más razonable (si pensamos circular alguna vez fuera del asfalto) que las de 19 opcionales.

Interior con personalidad propia

En cualquier caso, cuando te aproximas al Superb Scout las diferencias en comparación con un Superb Combi no son radicales, e incluso cuando abrimos la puerta y nos sentamos, no hay la sensación de ocupar un vehículo mucho más alto. Centímetro y medio es centímetro y medio, aunque todo lo que sea facilitar la operación de entrada y salida del habitáculo es siempre bienvenido. Y la firma checa también dota el interior de personalidad propia, aunque aquí hay que ser más observador incluso, pues todo se reduce a una tapicería textil específica con costuras decorativas (en opción se ofrece piel Alcántara), las inserciones de efecto madera con el logo 'scout' o esa misma personalización sobre los asientos delanteros. Y cuando arranquemos el coche veremos algún detalle más, como la pantalla central con informaciones adicionales sobre las funcionalidades off-road del coche.

Pero de amplitud y versatilidad, todo lo que sabemos del Superb Combi es aplicable al nuevo Scout. Y eso es muy positivo, porque hay espacio para dar y tomar. Delante se va de cine, pero es que detrás disfrutamos de un hueco para las piernas digno de una limusina, y el maletero se autodefine con sus cifras impresionantes: 660 litros ampliables a 1.950 si abatimos el respaldo trasero, divisible en secciones asimétricas. Además, el portón posterior se abre y se cierra eléctricamente, y en opción está disponible el llamado Pedal Virtual, con el que bastará con pasar el pie por debajo del paragolpes trasero para accionarlo.

Mecánicas enérgicas

Para motorizar al Superb Scout, la firma checa se ha inclinado por las mecánicas más enérgicas de la gama, y siempre con tracción total y cambio automático DSG de 7 velocidades. Si nos gustan las altas prestaciones nuestra elección deberá ser el 2.0 TSI de gasolina con 272 CV, aunque parece más racional el diésel 2.0 TDI de 190 CV, pues su gasto es mucho más bajo y rinde más que bien para mover el conjunto, que no es especialmente pesado. De hecho, fue la versión escogida para nuestra primera toma de contacto en Chequia, donde pudimos circular por autovía y carreteras comarcales, e incluso por alguna zona repleta de curvas. Y hay que decir que el rendimiento general es prácticamente idéntico al de un Superb Combi de similar motorización, pues el peso apenas aumenta y esos 15 milímetros de altura extra no se traducen en un comportamiento distinto.

No sería la primera vez que un coche familiar convertido en todocamino empeora su comportamiento y, sobre todo, su tacto de conducción, pero aquí eso no se produce y rodamos con el mismo aplomo que en las versiones más pegadas al suelo, y cuando atacamos tramos de curvas cerradas, o una simple rotonda, no aparecen inercias molestas ni un mayor balanceo de la carrocería. El Superb Scout 2.0 TDI 190 DSG anda y se tiene, y podemos personalizar las características de su chasis gracias al Selector de Modos de Conducción, que aquí suma un programa Off-Road adicional con ajustes útiles para circular sobre tierra. Asimismo, la suspensión con Control de Chasis Dinámico está disponible opcionalmente.

De los precios nada podemos decir todavía, pues ni se conocen los de la renovada gama Superb (dotada por fin de la versión híbrida enchufable, con mecánica de 218 CV y disponible con carrocerías Berlina y Combi) ni cuál será el sobrecoste de las variantes Scout, que a tenor de lo observado en nuestro primer contacto pasarán a estar entre las más deseadas del modelo checo.