Desde 2016, la Dirección General de Tráfico (DGT) clasifica los vehículos según su nivel de emisiones contaminantes. Y aunque la etiqueta medioambiental no es obligatoria a nivel estatal, su uso se ha vuelto necesario para muchos conductores, especialmente en ciudades con limitaciones a la circulación.
Conocer su funcionamiento y ventajas puede evitar sanciones y facilitar la movilidad. ¿Ya cuentas con ella en tu vehículo? ¿Aún no? Pues prepárate, porque las normativas y restricciones podrían ser más severas en el futuro.
4¿Cómo y dónde se adquiere la etiqueta?
La etiqueta medioambiental se puede adquirir en múltiples puntos de venta. Los conductores la pueden comprar en estancos, oficinas de Correos o incluso a través de internet. El coste es relativamente bajo: apenas 5 €; un precio muy pequeño si se compara con las multas que puede evitar. Algunos concesionarios también han empezado a ofrecerla a sus clientes como parte del proceso de compra de un vehículo nuevo.
El procedimiento es sencillo: basta con presentar la documentación del vehículo y abonar el importe. En unos minutos, el propietario obtiene la etiqueta y puede colocarla en el parabrisas. Lo recomendable es ponerla en la parte inferior derecha, donde no interfiera con la visibilidad del conductor y las autoridades de tráfico puedan fácilmente identificarla.