¿Te has planteado alguna vez que pudiese llegar un cuarto color a los semáforos que vemos a diario? Verde, ámbar y rojo, ¿y si se sumara otro más? Es la propuesta que nace de un estudio científico y aunque no apunta directamente al presente, podría convertirse en una necesidad dentro de unos años.
Los tres colores de los semáforos que ya conocemos llevan casi un siglo con nosotros, pero la llegada de los vehículos autónomos y de los sistemas de asistencia a la conducción puede cambiar las necesidades actuales del tráfico. Los vehículos autónomos todavía están bastante lejos de ser una realidad y de asentarse en nuestro día a día, pero hay quien ya ha pensado en esa posibilidad.
¿Por qué los semáforos pueden necesitar una cuarta luz?

Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte ha planteado una propuesta que podría cambiar para siempre la gestión del tráfico: añadir una cuarta luz a los semáforos. De momento, es solo una teoría, pero mejoraría la coordinación entre los vehículos autónomos y los conductores humanos. Además, el estudio avala que reduciría los atascos y también los tiempos de espera en semáforos en intersecciones.
El principal problema que plantea la convivencia entre vehículos autónomos y coches tradicionales es la comunicación. Los primeros pueden compartir datos entre sí en tiempo real y coordinarse bastante bien, mientras que los segundos dependen exclusivamente de las señales visuales y del criterio humano. Aquí entra en juego la cuarta luz, que todavía no sabemos de qué color sería. Es una señal adicional que indicaría a los conductores humanos que deben seguir al vehículo autónomo que les precede, lo que permitiría un flujo más eficiente en intersecciones y rotondas.
Los semáforos actuales fueron diseñados hace años en un entorno donde todos los vehículos eran conducidos por personas. Sin embargo, la Inteligencia Artificial permite a los coches autónomos calcular trayectorias, distancias y tiempos de frenado de manera mucho más precisa. Esto abre la puerta a optimizar el tráfico de una forma que los semáforos tradicionales no permiten.
Según los cálculos que han realizado los investigadores, esta nueva señal —junto a la cooperación entre vehículos autónomos— reduciría la congestión en las intersecciones hasta un 40%. De momento, la propuesta recibe el nombre informal de ‘luz blanca’, que no significa que vaya a ser de este color. La idea es que sea fácilmente identificable y que no se confunda con las señales que ya existen.
Qué ventajas tendría esta medida para todos los usuarios de la vía

No es una medida que solo vaya a beneficiar a los conductores, sino a todos los usuarios de la vía. Las simulaciones que se han realizado demostraron que incluso con peatones cruzando la calle o ciclistas en circulación, los tiempos de espera pueden reducirse hasta un 25%. Al permitir que los vehículos autónomos interactúen mejor con los semáforos, se agilizarían los ciclos y mejoraría la eficiencia general del sistema.
El estudio también señala que no hace falta esperar a que los coches autónomos sean mayoría para ver resultados. Creen que incluso con un porcentaje bajo de vehículos equipados con asistentes avanzados —como el control de crucero adaptativo o el mantenimiento de carril— ya se puede experimentar una mejora significativa en la gestión del tráfico. Eso abre la puerta a una implementación gradual, sin necesidad de renovar todo el parque móvil de forma inmediata.
En cuanto al color definitivo de la luz, sigue siendo objeto de estudio. Aunque en el estudio hablan de ‘luz blanca’, lo importante es que sea claramente visible y comprensible para los conductores humanos. El color se determinará en fases posteriores, tras validar cuál genera menos ambigüedad y se adapta mejor al entorno urbano.