La DGT y la Guardia Civil son dos de los organismos más importantes en el ámbito de la seguridad de nuestro país. Por ello, resulta cuanto menos chocante el hecho de que puedan llegar a enfrentarse de algún modo, aunque esto es lo que ocurrió hace algunas semanas. Una situación que ha sacudido los cimientos de la relación entre estas dos entidades, cuyo origen procede de la política de radares que sigue la DGT, en detrimento del número de agentes que hay vigilando las carreteras.
Es posible que, como muchos conductores en España, te sientas un poco a la deriva en este mar de normativas, y no es para menos. ¿Qué pasa de verdad detrás de las cámaras con las multas de tráfico y los radares? La Guardia Civil, a través de la asociación AEGC, parece tenerlo muy claro. Y la polémica está servida.
2La realidad de los radares según la Guardia Civil: Recaudación, no seguridad

Según los argumentos de la Guardia Civil, si el objetivo principal de los radares fuera la seguridad vial y la prevención de accidentes, estos deberían ubicarse en los puntos negros de las carreteras, es decir, en aquellos tramos donde la siniestralidad es más elevada. Sin embargo, lo que observan es que muchos de estos dispositivos están instalados en lugares donde la accidentalidad es baja o incluso nula. ¿Cuál es entonces la razón de su presencia en esos puntos? Para la benemérita, la respuesta es clara: la recaudación.
Imagina una recta interminable, con buena visibilidad y sin cruces peligrosos. Si encuentras un radar en un lugar así, ¿qué pensarías? Probablemente, que su función principal no es evitar un accidente en ese punto, sino más bien captar a aquellos conductores que, por descuido o exceso de confianza, superan el límite de velocidad.
Para los agentes, la efectividad de los radares en la reducción de accidentes es cuestionable en muchas ocasiones. Sostienen que, si el objetivo fuera la seguridad, se pondría más énfasis en otros factores de riesgo, como las distracciones al volante, el consumo de alcohol y drogas, o el estado de las vías y los vehículos.
La Guardia Civil no niega la importancia de los radares como herramienta para controlar la velocidad, pero sí critica la forma en que se están utilizando y la prioridad que se les está dando. Argumentan que la obsesión por la velocidad está desviando el foco de otros problemas igual de graves, o incluso más, que afectan a la seguridad vial.