En la competencia constante entre los Vehículos de Transporte con Conductor (VTC) y los taxis, las estadísticas no siempre favorecen a los primeros. Entre enero y septiembre de este año, los VTC estuvieron involucrados en 905 accidentes en Madrid, una cifra que destaca considerando las 8.800 licencias activas en la capital.
Según las patronales del taxi, esta elevada tasa de incidentes, que supera en un 25 % a la de los taxis, puede atribuirse a las prisas por completar servicios y al limitado conocimiento de las calles de la ciudad por parte de algunos conductores. Una de las situaciones más surrealistas relacionadas con este fenómeno ocurrió recientemente en Madrid, cuando un conductor de VTC siguió ciegamente las indicaciones de su navegador GPS.
Video del triste final que protagonizó el VTC
Al parecer, el sistema de navegación lo guió por el área peatonal de Azca, donde intentó avanzar con su Toyota Corolla Sedán hasta que el vehículo quedó atascado. Las ruedas delanteras perdieron tracción al introducirse en un escalón, dejando al coche inmóvil. Lejos de detenerse, el conductor optó por una solución arriesgada: descender un tramo de escaleras con decenas de escalones.
La escena se desarrolló ante la mirada de un grupo de jóvenes que, entre risas y gritos de ánimo, incluso intentaron ayudar subiéndose a la parte trasera del vehículo para mejorar la tracción. Este improvisado esfuerzo colectivo no evitó que el coche sufriera graves daños mientras descendía escalón a escalón. Aunque los desperfectos más evidentes afectaron al paragolpes delantero, los bajos del vehículo también sufrieron serios daños, incluyendo posibles afectaciones al catalizador y otras partes sensibles.
Los inconvenientes que tienen los VTC

Este incidente pone de relieve algunos de los problemas más comunes entre los conductores de VTC: la dependencia excesiva de los navegadores GPS y la falta de familiaridad con la ciudad. En su afán por reducir tiempos y cumplir con los servicios, muchos conductores terminan tomando decisiones cuestionables que, como en este caso, pueden resultar contraproducentes.
A pesar de la gravedad del suceso, también deja un recordatorio importante para los conductores de cualquier tipo de vehículo: no todo atajo vale la pena. La confianza ciega en la tecnología puede llevar a situaciones absurdas y costosas. En un entorno urbano tan complejo como Madrid, el conocimiento del terreno sigue siendo una herramienta insustituible para evitar este tipo de percances.