En plena carrera hacia la descarbonización del transporte, cada comunidad autónoma en España está marcando su propio ritmo. Algunas van con cautela, otras con impulso moderado… y luego está Cantabria. Esta pequeña comunidad del norte se ha convertido, casi sin hacer ruido, en una de las regiones que más está presionando —y subvencionando— para que sus ciudadanos abandonen los vehículos de combustión y se pasen al coche eléctrico.
Con el anuncio reciente de una nueva ampliación del presupuesto para el IV Plan Renove de vehículos, Cantabria ha vuelto a poner el foco en una estrategia que, según algunos expertos, roza el intervencionismo. Y aunque está respaldada por argumentos de sostenibilidad, seguridad y empleo, lo cierto es que el aumento de más de 800.000 euros en incentivos no deja indiferente a nadie.
1Millones para incentivar la electrificación
La última ampliación presupuestaria del Plan Renove cántabro ha sido de 840.000 euros, lo que permite mantener la iniciativa activa hasta el 31 de octubre. Este esfuerzo económico se suma a los fondos previamente agotados por la alta demanda de los ciudadanos, lo que evidencia el éxito de la medida, pero también plantea una pregunta: ¿hasta qué punto es sostenible seguir destinando estas cantidades de dinero público?
Faconauto, la patronal del sector de los concesionarios, ha celebrado esta decisión como un ejemplo de colaboración público-privada eficaz. Y lo cierto es que las cifras parecen darles la razón: las matriculaciones en Cantabria han crecido un 15,2% este año, superando el promedio nacional. Pero lo más llamativo es el aumento de los vehículos electrificados, cuyas ventas han subido un 89,6%, frente al 54,8% del conjunto del país. Claramente, algo está empujando —con fuerza— en esa dirección.
