El embrague es un componente vital de tu coche. Su función es tan importante como su vulnerabilidad si no le prestas la atención que merece. Ten en cuenta que es el nexo de unión entre el motor y las ruedas, el encargado de transmitir la potencia para que puedas cambiar de marcha con suavidad y arrancar sin tirones. Si no lo cuidas bien, puedes sufrir una avería en el embrague que te deje sin vacaciones, tanto por no poder conducir como por el precio de la reparación.
Aunque es evidente que el uso puede hacer que el embrague se estropee, hay algunos trucos que pueden retrasar el momento de llevarlo al taller.
Entendiendo el embrague

Cuando pisas el pedal, los discos de los que está compuesto se separan, permitiendo que el motor gire libremente sin transmitir potencia a las ruedas. Esto es lo que te permite cambiar de marcha sin dañar la transmisión. Al soltar el pedal, los discos vuelven a unirse, el motor vuelve a conectarse con las ruedas y el coche avanza. Una acción que cuando se realiza de forma correcta pasa desapercibida, pero que si falla se convierte en una verdadera odisea.
Hábitos que son enemigos del embrague
Hay ciertos hábitos al volante que son como veneno para tu coche, acortando su vida útil de forma drástica y poniéndote en el camino de esa temida avería. Presta mucha atención:
- Dejar el pie descansando en el embrague. Este es uno de los errores más comunes y, a la vez, más perjudiciales. Si mantienes el pie ligeramente apoyado sobre el pedal del embrague mientras conduces, aunque no lo pises por completo, estás generando una fricción innecesaria. Es como si estuvieras intentando embragar y desembragar al mismo tiempo, lo que provoca un desgaste prematuro de los discos. La solución es sencilla: una vez que has cambiado de marcha y el coche avanza, retira el pie del pedal y apóyalo en el reposapiés. Tu embrague te lo agradecerá.
- El semáforo y la primera marcha, combinación explosiva. Imagina que llegas a un semáforo en rojo. Muchos conductores tienen la costumbre de quedarse con la primera marcha metida y el pedal pisado. Aunque parezca inofensivo, esta práctica ejerce una presión constante sobre el sistema. Lo ideal es poner punto muerto y soltar el pedal del embrague. Cuando el semáforo se ponga en verde, pisa el pedal, mete primera y arranca con suavidad. Este pequeño gesto te ahorrará muchos euros a largo plazo.
- Estrés innecesario. Si eres de los que sale de los semáforos como si estuvieras en una carrera de Fórmula 1, es probable que estés maltratando tu embrague. Los arranques bruscos y las aceleraciones repentinas someten al embrague a un esfuerzo brutal. Intenta siempre arrancar de forma suave y progresiva, dejando que el motor coja las revoluciones adecuadas antes de soltar el embrague por completo. Recuerda que la suavidad es la clave.
- El juego del embrague en las cuestas. En ocasiones, para evitar que el coche se vaya hacia atrás en una cuesta, algunos conductores optan por mantener el coche parado jugando con el embrague y el acelerador. Aunque en ciertos momentos puede parecer una solución rápida, es una de las peores cosas que puedes hacerle a tu embrague. Genera un calor y una fricción excesivos que lo desgastan a pasos agigantados. Para evitarlo, utiliza siempre el freno de mano al arrancar en pendiente. Es la forma más segura y menos agresiva para tu embrague.
- Marchas largas a baja velocidad. Conducir en una marcha demasiado larga para la velocidad a la que vas, o «llevar el coche ahogado», no solo castiga el motor, sino que también ejerce una presión adicional sobre el embrague. El motor no tiene la fuerza suficiente para mover el coche con fluidez en esa marcha, lo que obliga al embrague a trabajar más de la cuenta. Asegúrate siempre de seleccionar la marcha adecuada para la velocidad y las revoluciones de tu motor. Si notas que el coche vibra o le cuesta acelerar, es señal de que necesitas reducir una marcha.

Señales de alarma de una avería en el embrague
Como cualquier otro componente de tu coche, el embrague te envía señales cuando algo no va bien. Estar atento a estos avisos puede marcar la diferencia entre una pequeña reparación menor o una avería que te deje sin vacaciones.
Si notas que el pedal ofrece menos resistencia de lo habitual o está demasiado duro, podría ser un indicio de problemas en el sistema hidráulico o de avería en el sistema.
¿Notas un olor fuerte a quemado, similar al de las zapatas de freno? Es muy probable que los discos se estén sobrecalentando debido a un uso excesivo o a un desgaste avanzado. Detén el coche cuanto antes y consulta a un profesional.
Si te cuesta meter las marchas, rascan o sientes que el cambio no es suave, es una señal clara de que el embrague no está desembragando bien. Esto puede deberse a un desgaste de los discos o a un problema en el mecanismo de accionamiento.

¿Cuando pisas el acelerador, las revoluciones del motor aumentan, pero el coche no gana velocidad de forma proporcional? Esto indica que los discos están desgastados y no están transmitiendo la potencia del motor a las ruedas de manera eficiente.
Si sientes vibraciones inusuales en el pedal del embrague o en la palanca de cambios al pisar el pedal, podría ser un signo de un volante motor bimasa defectuoso o de un desgaste irregular que provoque la avería.
La revisión previa a las vacaciones: tu mejor inversión
Antes de emprender tu viaje, un consejo: piensa en hacer una revisión de tu embrague en tu taller de confianza. Un chequeo preventivo por parte de un profesional puede identificar cualquier señal de desgaste o problema incipiente, permitiéndote tomar medidas antes de que la avería en el embrague a te sorprenda en medio de la carretera.
Ten en cuenta que, aunque el embrague es una pieza de desgaste y al final tendrás que reemplazarlo, la forma en la que conduces tiene un impacto directo en su vida útil. Cuídalo como si fuera el tesoro que te llevará a tu destino soñado, ¡y disfruta del viaje!