Turquía ha anunciado un incremento del 40 % en los aranceles para las importaciones de coches chinos, adelantándose, así, a la Unión Europea. Esta medida busca frenar los intercambios comerciales y reducir el déficit por cuenta corriente del país euroasiático, al tiempo que protege su industria local.
No hay que olvidar que Turquía es el decimotercer fabricante mundial de automóviles, con 1.352.648 unidades en 2022, por lo que la producción de coches es uno de los activos más importantes del país, y la llegada masiva de coches chinos supone una amenaza para las ventas locales de automóviles patrios.
La decisión, que entrará en vigor dentro de treinta días, establece un arancel mínimo de 7.000 dólares (unos 6.742 euros) por vehículo, según la decisión presidencial firmada por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, y publicada en el Boletín Oficial turco.
Fabricantes europeos y un coche eléctrico local
Se da la circunstancia de que Ankara ya había aumentado los aranceles sobre los coches chinos eléctricos en 2023 para apoyar el primer vehículo eléctrico de producción nacional del país, el Togg T10X, fabricado por un consorcio de cinco grandes empresas locales con la colaboración de la Unión de Cámaras de Comercio y Mercados de Productos Básicos de Turquía.
Por otra parte, cabe aclarar que el grueso de la producción de automóviles en Turquía se debe a la implantación de fábricas por parte de grupos como Stellantis (que fabrica allí el Fiat/Dodge Tipo y el Fiat Dobló), Ford (Transit y Tourneo), Honda (Civic), Hyundai (i10, i20 y Bayon), Renault (Clio y Mégane) y Toyota (C-HR y Corolla).
Esta estrategia proteccionista de aranceles de Turquía hacia los coches chinos se suma a las reticencias que también surgen en Estados Unidos y Europa ante la creciente presencia de marcas automovilísticas del país asiático.
Cabe recordar que en Estados Unidos se aplicará una subida de aranceles del 25 % al 100 % para la importación de vehículos eléctricos de China a partir del próximo 1 de agosto, junto con aumentos en los aranceles para la compra de baterías, microchips para la industria tecnológica y productos médicos, según las intenciones que ha hecho pública la oficina del Representante Comercial de EE. UU.
En Europa, está prevista la imposición de aranceles a corto plazo. Los cálculos publicados estiman que estas barreras comerciales con China podrían costarle a Pekín casi 4.000 millones de dólares (más de 3.600 millones de euros).

Los impuestos frenarán la presencia de coches chinos
Como resultado del aumento del gravamen en Europa, el número de coches chinos eléctricos importados a la UE se reduciría en una cuarta parte, aproximadamente 125.000 vehículos, si Bruselas impone un arancel del 20 %, según datos del último análisis sobre la economía mundial del Instituto Kiel.
Hasta ahora, China no ha anunciado oficialmente ninguna represalia, aunque Pekín ha indicado que está dispuesta a imponer aranceles de hasta el 25 % a los automóviles importados con motores de gran cilindrada, lo que afectaría principalmente a Mercedes-Benz y BMW.
Los vehículos eléctricos procedentes de China fabricados por marcas como MG y BYD representaron poco menos del 9 % de los vehículos de este tipo vendidos en Europa en 2023, según Dataforce, si bien se espera que esta cifra aumente a aproximadamente una quinta parte de la cuota de mercado del continente para 2027, según estimaciones de Transport & Environment.
No cabe duda de que esta medida ayudaría a los fabricantes europeos y, por tanto, contribuiría a mantener puestos de trabajo, si bien, como toda medida proteccionista, corre el riesgo de perjudicar al consumidor, que acabará pagando más por los automóviles eléctricos si se reduce la presencia y la competitividad de los coches chinos.