La marca Mazda está en problemas. El reciente acuerdo preliminar aprobado en un tribunal estadounidense, en una demanda colectiva contra ellos, decretó que deberán pagarle una suma de 4 mil euros a aquellos que reclamen fallos reiterados en el sistema de información y entretenimiento de su coche. La resolución trae consigo un rayo de esperanza para los propietarios afectados.
La demanda, presentada originalmente en Kentucky en julio de 2024 por cuatro conductores, abarca varios modelos de esta empresa de la generación anterior. Entre ellos se encuentran el Mazda2 (2016-2022), Mazda3 (2014-2018), Mazda6 (2016-2021), CX-3 (2016-2021), CX-5 (2016-2020), CX-9 (2016-2020) y el MX-5 (2016-2023). Los demandantes denunciaron que las pantallas de sus vehículos se reinician de forma incesante, se congelan o incluso quedan atrapadas en un bucle de arranque interminable.
¿Por qué se producen estas fallas en los coches de Mazda?
El origen de estos problemas se atribuye a la utilización de tarjetas SD defectuosas en el sistema de navegación, sumado a un software que, por sus limitaciones, no es capaz de gestionar adecuadamente las múltiples funciones esenciales del sistema. Esta combinación ha generado molestias continuas a los conductores, quienes se han visto obligados a soportar interrupciones en el funcionamiento de un componente fundamental en la experiencia de conducción moderna.
Entre los casos más representativos se encuentra el de Catherine Duffy, quien adquirió un Mazda3 en octubre de 2018. Apenas un año después, comenzó a experimentar fallos en el sistema de infoentretenimiento: la pantalla se apagaba, reiniciaba y congelaba de forma casi constante. En septiembre de 2020, la situación llegó a su punto álgido cuando el sistema dejó de funcionar por completo. Al acudir al concesionario, Catherine recibió la amarga noticia de que su vehículo ya estaba fuera de garantía, viéndose obligada a desembolsar 50 dólares por la sustitución de la pantalla defectuosa.
Mazda tuvo que ceder ante las denuncias
Ante la presión legal y la creciente indignación de los afectados, Mazda ha decidido ofrecer una solución a medias. Aunque la empresa niega enérgicamente cualquier responsabilidad sobre los defectos del sistema Connect, ha anunciado la implementación de una garantía limitada ampliada de dos años para los vehículos implicados. Esta garantía cubrirá tanto las actualizaciones de software como la reparación o sustitución del hardware en caso de que sea necesario. Además, los propietarios que hayan tenido que incurrir en gastos de reparación podrán reclamar un reembolso de hasta 1.750 dólares, en un intento por mitigar las pérdidas ocasionadas por estos fallos.
No obstante, el acuerdo trae consigo una amarga dualidad: mientras que algunos conductores verán compensada parte de su frustración –con la principal demandante, Catherine Duffy, recibiendo 4.000 dólares, cifra que equivale aproximadamente a 4.000 euros–, otros tres demandantes obtendrán 2.500 dólares cada uno. En contrapartida, los abogados que han liderado esta causa se encuentran en la mira, ya que se prevé que cobren cerca de 1,9 millones de dólares por su intervención.