Hace unos años, los ladrones de coches necesitaban herramientas sofisticadas para acceder a un vehículo. Hoy en día, basta con algo tan común como una lata de refresco. Coca-Cola, Pepsi, Red Bull… cualquier bebida bien fría sirve como ‘arma’ insólitamente eficaz para robar coches en tiempo récord.
Puede parecer una broma o un mito urbano, pero no lo es. En las redes sociales, ya se han viralizado vídeos que muestran cómo los ladrones pueden romper fácilmente los cristales de las ventanillas usando refrescos bien helados. Lo sorprendente es la simplicidad del truco y rapidez de ejecución: en menos de un minuto, el coche queda vulnerable.
3El cóctel perfecto para el crimen

Las latas llenas de refresco emanan una gran cantidad de frío que, transferido directamente al cristal, causa un choque térmico en la superficie; sobre todo si el coche ha estado expuesto al sol o a temperaturas ambientales altas. Ese contraste hace que el vidrio se fracture con facilidad, especialmente si ya tiene alguna microgrieta o tensión.
Además, los refrescos tienen una ventaja frente al hielo: son objetos cotidianos y fáciles de transportar. A diferencia de las herramientas o una simple piedra, una lata de refresco no parece amenazante ni llama la atención. Ello facilita a los ladrones poder merodear alrededor de los coches aparcados sin levantar sospechas.