Los camiones americanos se han convertido en todo un símbolo cultural. Marcas como Peterbilt, Kenworth o Freightliner son auténticos gigantes del asfalto y representan el ideal de libertad sobre ruedas que tanto seduce en Estados Unidos. En comparación, los camiones europeos parecen mucho más discretos, funcionales y, si se quiere, aburridos.
Pero esa diferencia estética no es una simple cuestión de diseño. Tras los interminables morros de los camiones americanos y las cabinas planas de los europeos, hay motivos legales, culturales, técnicos y hasta históricos. En este artículo, te contamos por qué los camiones se ven tan distintos a uno y otro lado del Atlántico.
3Potencia vs. velocidad de crucero
La orografía también juega un papel importante. Europa está repleta de puertos de montaña, curvas cerradas y carreteras sinuosas; mientras que en Estados Unidos abundan las largas rectas y autopistas anchas. Esto condiciona tanto el diseño del camión como el tipo de motor que se utiliza en cada continente.
Los camiones americanos priorizan la fiabilidad a alta velocidad y la resistencia en trayectos prolongados. Por eso, sus mecánicas —fabricadas por marcas como Cummins o Detroit Diesel— están diseñadas para mantener un ritmo constante durante miles de kilómetros. En Europa, en cambio, se necesita más potencia para superar desniveles frecuentes, de ahí que se apueste por motores más compactos pero con mayor par motor, como los de Scania, Volvo o MAN.