Parece ser que al rey Carlos III de Inglaterra no le hace demasiado gracia este impresionante Bentley Mulsanne que ahora mismo tienes ante tus ojos y que cualquiera de nosotros estaríamos encantados de llevar a casa. Construido específicamente por la compañía de Crewe para su madre, la difunta reina Isabel II, esta majestuosa berlina jamás volverá a ser utilizado por la realeza británica, porque directamente lo han echado de casa.
Pero este sensacional Bentley Mulsanne no quedará huérfano, básicamente porque ha regresado a su casa natal en Crewe, donde va a formar parte de la colección de la compañía británica. En concreto será el vehículo número 45 de la colección habitual de Bentley, además de la tercera unidad del Mulsanne que se pueda ver allí, puesto que se une al ejemplar con el número de chasis #0002 y a una unidad Speed fabricada en 2019 y que además fue la unidad de prensa.
Este fue el último Bentley Mulsanne de la historia

Pero este Bentley Mulsanne no llega al museo de la compañía británica solo porque haya pertenecido a la reina Isabel II. Y es que debes tener en cuenta que también se trata de la última unidad del Bentley Mulsanne que salió de las instalaciones de Crewe allá por el mes de junio de 2020, once años después de que esta impresionante berlina fuera presentada en Pebble Beach.
El último Bentley Mulsanne de la historia fue reservado para la casa real británica, quien eligió un brillante color verde Barnato para vestir su sensacional carrocería con 5,83 metros de largo. Y es que ante tus ojos tienes una unidad Extended Wheelbase, que se estiran desde los 5,58 metros de largo de las versiones ‘normales’. Como recordatorio decirte que de los Bentley Mulsanne también se construyeron unas 10 unidades Grand Limousine, que presentan una carrocería con 6,58 metros de largo, gracias a estirar su plataforma 1.000 milímetros respecto a los ‘convencionales’.
Esconde el 6.75 V8 Biturbo de las versiones Speed

En el interior de esta joya de la corona también apreciamos un sensacional cuero Twine y Cumbrian con molduras de madera de nogal, que como el resto de vehículos que fueron a parar a la casa real británica, están adornadas con la corona. Aquí dentro también hay alfombras de lana de cordero, unas cortinas de privacidad y detalles personalizados. Y es que este Bentley Mulsanne no cuenta con apoyacodos delantero, dejando un espacio reservado al bolso de la reina madre. Delante también se colocó una botonera desde la que poder accionar las luces de emergencia, las sirenas y un altavoz exterior.
Como el resto de los Bentley Mulsanne fabricados en Crewe, esta unidad esconde bajo su capó delantero el extraordinario corazón 6.75 V8 Biturbo, un motor que en este caso tiene la misma configuración que las versiones Speed, de manera que pasan de 512 a 537 CV de potencia a 4.200 rpm, además de escalar de 1.020 a 1.100 Nm de par motor, disponibles a 1.750 rpm. Todo ello era enviado en exclusiva a su eje trasero por medio de un cambio automático con 8 velocidades.
El Flying Spur ha recogido el testigo del Bentley Mulsanne

Al igual que sucedía con los últimos 30 ejemplares del Bentley Mulsanne que salieron de Crewe, esta pieza luce en su bloque y en otras partes del vehículo el emblema ‘Edition 6.75 by Mulliner’, el cual fue expresamente creado para despedirse de la berlina más lujosa de la marca (ahora ese honor lo tiene el Bentley Flying Spur), así como de su icónico motor V8, toda una institución en la casa británica desde el año 1959.








