El verano trae consigo días más largos, vacaciones y viajes por carretera… pero también temperaturas extremas que pueden convertirse en un enemigo silencioso para tu coche. Cuando el termómetro supera los 40 grados, no solo es el conductor quien sufre el calor; cada pieza y sistema del coche se ve sometido a un esfuerzo extra que acelera su desgaste y aumenta el riesgo de averías.
La Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos (AECA-ITV) advierte que mantener la ITV al día y seguir un plan de mantenimiento preventivo no es solo una cuestión de papeleo, sino una garantía de seguridad en momentos críticos. Porque, en condiciones extremas, incluso un componente aparentemente en buen estado puede fallar de forma repentina.
2Sistema de frenos: el calor roba eficacia

El sistema de frenado es esencial para la seguridad y, sin embargo, es uno de los que más sufre en condiciones de calor extremo. Cuando la temperatura ambiente es muy alta, los discos y pastillas alcanzan antes su límite térmico, lo que provoca el temido «fading» o pérdida de eficacia de frenada. Esto se agrava en descensos prolongados o si se conduce con un estilo más agresivo.
Si las pastillas están desgastadas o el líquido de frenos lleva tiempo sin cambiarse, el riesgo de fallo aumenta. El calor puede provocar que el líquido hierva y genere burbujas de aire, reduciendo la presión hidráulica y, por tanto, la capacidad de frenar del coche. Un mantenimiento preventivo, con revisiones periódicas y uso de piezas de calidad, es la mejor defensa frente a este problema.