En 1984 Renault cambió la fisonomía de los coches familiares. Nacía el concepto monovolumen, para viajar como en el salón de casa. Y ese concepto recibía un nombre que era toda una declaración de intenciones: Renault Espace.
La marca francesa –y Matra, que era la encargada de fabricar el nuevo modelo y de su desarrollo- decidieron apostar por la amplitud de una carrocería monocuerpo que ofrecía sus mayores virtudes en el interior, en el que se podían acoplar hasta siete ocupantes, con asientos individuales que, además, podían moverse, girarse… La conquista del espacio era lo que proponía Renault.
1El Renault Espace creó tendencia
Un concepto que tenía una réplica en paralelo en el mercado americano, donde Chrysler lanzaba el Voyager. Ambos se disputan el honor de haber sido los primeros monovolumen del mundo; aunque para los europeos no hay duda: el Renault Espace es el coche que cambió la forma de viajar en familia.
De hecho, durante unos años, los rivales de Renault buscaron ansiosos cómo poder contrarrestar el golpe dado por Renault. Al Espace le surgieron rivales por todas partes. De Citroën, el Evasion –luego convertido en C8-; en Fiat el Ulysse; Ford ponía en juego el Galaxy. En Hyundai contaban con el Trajet mientras Kia lanzaba el Carnival. Y no paraba ahí la cosa. Lancia tenía el Z, Mitsubishi el Grandis, Opel el Sintra. En Peugeot estaba el 807, Seat contaba con el Alhambra, Toyota con el Verso y Volkswagen con el Sharan. Una pléyade de rivales para el francés.
Pero el valor del Renault Espace no está solo en sí mismo; sino en que fue capaz de crear tendencia. Porque después del Espace, Renault propagó ese concepto monovolumen un escalón más abajo con el Scénic. Y ahí fue ya la explosión del éxito de los monovolumen. No se entendía el concepto familiar si no era bajo esta silueta monocuerpo.