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La artesanía que se esconde tras el emblema ‘Flying B’ de Bentley

Los adornos para el capó de los vehículos vuelven a estar de moda. Tanto es así que ahora la firma de Crewe asegura que el 97% de los clientes que adquieren uno de sus Bentley Flying Spur apuestan por equipar el exclusivo y carismático emblema Flying B. Y de paso aprovechan la ocasión para enseñarnos la artesanía que se esconde detrás de la fabricación de cada uno de estos emblemas.

El inconfundible Flying B se remonta a mediados de la década de los años ‘20 y desde entonces ha pasado por seis actualizaciones. La última versión de este legendario emblema debutó junto a la puesta al día del exclusivo Bentley Flying Spur, siendo la primera vez que este Flying B recurre a la electrónica para su accionamiento, además de que es la primera vez que cuenta con una tapa de cierre cuando se oculta, la primera con alas translúcidas y la primera en contar con iluminación.

Seis generaciones de la legendaria Flying B de Bentley Motors

Esta última versión del Flying B fue creada por Hoe Young Hwang, pero la artesanía que se esconde en su fabricación nada tiene que envidiar a la que presume cualquier modelo del fabricante de Crewe. Cada una de ellas se fabrica con acero inoxidable de grado 316, nace de una única pieza fundida y se viste con molibdeno para soportar la corrosión.

Cada Flying B se fabrica por medio de un proceso de fundición a la cera perdida para ofrecer la mayor precisión y artesanía posible. A partir de ahí el emblema se pule y se viste con una solución cerámica, se pule a mano… Y se envía a las instalaciones que Bentley Motors tiene en Crewe, donde se monta en el vehículo tras un proceso que requiere de once semanas de artesanal trabajo.