Hace unas semanas le dimos la bienvenida oficial al otoño, una época que suele ser complicada en la carretera por la lluvia, la nieve y también el viento. Sin embargo, normalmente le damos mucho más protagonismo a los dos primeros que a este último, pero es igual peligroso al circular en autovía o autopista a alta velocidad.
Es más, cada año se registran salidas de carretera y sustos por ráfagas laterales, sobre todo en puentes, zonas abiertas o al adelantar a vehículos pesados. Y lo peor es que muchos conductores creen que mientras mantengan la velocidad, no hay problema. Pero es un error.
El viento fuerte puede mover incluso a coches pesados y con ayudas electrónicas. Lógicamente, el control de estabilidad entra en estas situaciones, pero en ningún caso es mágico si el conductor reacciona tarde o gira mal el volante. Por eso, Sara, profesora de autoescuela con más de una década de experiencia, nos explica cómo debemos coger el volante para no perder el control del coche con viento fuerte en la carretera. Y te darás cuenta de que llevas toda la vida haciéndolo mal.
Cómo afecta el viento a tu coche

Una ráfaga de viento lateral desplaza el centro de gravedad, carga la suspensión de un lado y, si coincide con una curva o una maniobra, puede provocar sobreviraje o una corrección exagerada. Lógicamente, afecta más a un SUV o a una furgoneta, por altura, que a un compacto, pero estos últimos también pueden ser víctimas de algún susto.
Las zonas más peligrosas, además, siempre son las mismas: a la salida de un túnel, al pasar por un puente, al adelantar a un camión o en tramos de autovía muy expuestos al viento. Y el problema es que no se ve, como la lluvia o la nieve, y cuando ocurre ya suele ser demasiado tarde.
«El ESP —control de estabilidad— ayuda, pero no hace milagros. Si sueltas el volante o giras 1 segundo después de la ráfaga, ya es tarde», explica Sara. El problema de que los coches modernos tengan tanta tecnología es que a veces dan pie a que los conductores se confíen, pues creen que los ADAS solucionarán cualquier imprecisión. Y a veces no es así.
Además, esta profesora de autoescuela insiste en que cuando el coche se empieza a mover por el aire, tendemos a girar rápido el volante para hacer una corrección, y eso suele provocar una pérdida de adherencia. Y hablamos de ráfagas de viento a 40 o 50 km/h.
Así tienes que coger el volante para mantener el coche firme

Sara insiste en que el secreto está en la posición de las manos en el volante. Nada de sujetarlo solo con una, ni desde abajo, ni apoyando la muñeca. «La solución es tener siempre tensión activa en el volante, pero sin rigidez«, explica.
La posición ideal seguro que te suena de los libros de la autoescuela: si el coche fuera un reloj, las manos tienen que estar colocadas a las 9 y a las 3 (o ligeramente más arriba si el diseño del coche lo pide), con los brazos semiflexionados y la espalda pegada al respaldo. «El volante se controla con los hombros, no con las muñecas», añade.
Pero también hay que tener en cuenta la anticipación, imprescindible en condiciones adversas. «No esperes a que el coche se mueva. Corrige antes para que el golpe de viento no te pille desprevenido«, insiste. Mucho más si es una zona sensible o muy expuesta, así que en estos casos ejerce una ligera presión preventiva en el volante hacia el lado contrario al viento. Y siempre haz microcorrecciones, es decir, movimientos pequeños y constantes para mantener el coche recto sin giros bruscos.