La conducción está cambiando. Uno de los grandes protagonistas de esta transformación es el sistema de velocidad dinámica. Hasta hace poco, el límite en autovías y autopistas estaba grabado a fuego en carteles metálicos fijos: 120 km/h. Sin embargo, esa rigidez choca con la realidad de la carretera, donde el tráfico, el tiempo e incluso la contaminación modifican constantemente las condiciones de seguridad.
Por eso, cada vez más tramos de la red viaria española apuestan por la velocidad dinámica, un sistema que ajusta el límite máximo en función de lo que ocurre en tiempo real. El concepto no es nuevo en Europa, pero es ahora cuando empieza a hacerse un hueco en nuestro país. Y con él, también llegan dudas, despistes… y multas para quienes no prestan suficiente atención.
2¿Cómo funciona la velocidad dinámica en la práctica?

La clave de este sistema está en la tecnología. Cámaras, radares, estaciones meteorológicas y sensores instalados en la carretera recogen información en tiempo real. Todos esos datos se envían a plataformas como la DGT 3.0, donde algoritmos avanzados procesan la situación: densidad del tráfico, previsión meteorológica, siniestros cercanos o incluso niveles de contaminación.
En cuestión de segundos, el sistema decide qué límite es el más adecuado para garantizar la seguridad y lo muestra en los paneles de señalización variable. La idea es simple: si la carretera no está en condiciones de circular a 120, lo razonable es reducir la velocidad para prevenir riesgos y evitar colapsos. Y cuando la situación mejora, el límite vuelve a subir.