El último informe del TÜV alemán ha vuelto a agitar el tablero de la movilidad eléctrica. Más concretamente, del universo Tesla. Los californianos, que durante años han presumido de liderar el cambio hacia el coche eléctrico con tecnología puntera y mantenimiento casi inexistente, se topan ahora con una realidad poco amable: sus vehículos más vendidos sufren más defectos de los esperados en las inspecciones técnicas obligatorias.
Los datos dibujan una tendencia preocupante. El Tesla Model Y, que arrasó en ventas en Europa, es el coche con más fallos registrados en Alemania entre los 2 y 3 años de antigüedad. Y su hermano, el Model 3, tampoco sale bien parado. El resultado pone de manifiesto un problema de calidad y mantenimiento que ya fue señalado en informes anteriores, pero que ahora adquiere mayores dimensiones.
2Fallos recurrentes: suspensión, frenos y alumbrado
Las conclusiones del informe vuelven a señalar puntos débiles ya conocidos. El apartado más problemático para Tesla aparece en los trenes de rodaje. Los inspectores detectaron fallos en la suspensión, sobre todo en el eje delantero: los brazos de control superiores y las rótulas se desgastan prematuramente debido a un diseño que favorece la acumulación de agua procedente del desagüe del parabrisas. ¿El resultado? Corrosión, pérdida de precisión y riesgo de holguras.
Los frenos tampoco escapan al suspenso. Como en muchos eléctricos, la frenada regenerativa reduce el uso de los discos y provoca oxidación superficial. Pero en Tesla, ese fenómeno parece acentuarse más de la cuenta. Esa corrosión puede mermar la eficacia de frenado si el conductor no frena más intensamente de forma periódica. A ello se suman fallos en iluminación, un apartado esencial para la seguridad y donde el Model Y presenta más deficiencias de lo esperado en coches tan modernos.








