En Estados Unidos, los taxis autónomos han pasado en apenas cinco años de ser un experimento a convertirse en un servicio cotidiano en ciudades como San Francisco, Phoenix o Miami. Lo que comenzó como una apuesta arriesgada por parte de compañías tecnológicas y fabricantes de coches, hoy se traduce en millones de trayectos anuales y una revolución en la movilidad urbana.
Con datos cada vez más sólidos en la mano, resulta evidente que este fenómeno no es pasajero. Las cifras de seguridad, ahorro y satisfacción de los usuarios son tan contundentes que los expertos coinciden: la llegada de los taxis sin conductor a España no es una cuestión de “si”, sino de “cuándo”. Y todo apunta a que será más pronto de lo que pensamos.
2Menos accidentes, más confianza

Uno de los argumentos más repetidos a favor de este tipo de taxi es la seguridad. Según datos oficiales, los taxis autónomos implicados en accidentes en EE.UU. son un 70% menos que los vehículos conducidos por personas en condiciones comparables. La tecnología de sensores, cámaras y radares reduce los errores humanos, responsables de más del 90% de los accidentes de tráfico.
Este aumento en la seguridad ha generado confianza entre los usuarios. Aunque al principio subirse a un coche sin conductor podía resultar extraño o incluso inquietante, cada vez más ciudadanos valoran el hecho de viajar en un vehículo que no se distrae, no se cansa y respeta al milímetro las normas de circulación.