Faltan menos de 3 semanas para que la baliza V-16 sea obligatoria en toda España, y como el resto de conductores, yo también me he hecho con la mía. Sí, he esperado casi hasta el último minuto, y tengo mis razones.
Ahora que tengo la nueva baliza en la mano (literal), creo que es el momento de hablar de la experiencia sin tapujos. Sé que mi experiencia será muy parecida a la de millones de conductores, pero es la mía y la quiero contar.
1El dilema con la baliza V-16 que tenemos todos
Todos sabemos que el 1 de enero de 2026 es la fecha límite. A partir de ese día, el triángulo de emergencia pasará a ser historia y tendremos que llevar en el coche, de forma obligatoria, una baliza V-16 conectada con la DGT. La clave está en la palabra conectada. No vale con que la luz sea visible, sino que tiene que emitir su posición a la plataforma DGT 3.0 para que las autoridades y otros conductores sepan que estás detenido en la carretera.
Esta nueva exigencia ha disparado los precios de los dispositivos en tiendas y grandes superficies. Verás modelos de primeras marcas rondando los 50 euros o incluso más. Es verdad que la seguridad no tiene precio, pero en la práctica, muchos conductores buscan soluciones más asequibles, sobre todo si, como yo, esperas no tener que usar el dispositivo nunca.








