Vas conduciendo tranquilo por la ciudad, y de repente ves cómo la luz del semáforo cambia a escasos metros de ti. El color ámbar se enciende, y tu cerebro se divide entre dos opciones. Apenas tienes una fracción de segundo para decidir. Una voz te dice que aceleres a fondo para pasar antes de que llegue el rojo, y la otra te grita que pises el freno.
La mayoría, casi por instinto, eligen la opción del acelerón, pensando que el ámbar es solo una extensión del verde, un aviso para que te des prisa. Manuel, un profesor de autoescuela con experiencia, tiene una opinión muy distinta. Esa decisión te puede llevar a una multa considerable.
El eterno dilema frente al semáforo en ámbar

Para este experto en formación vial, el problema radica en una interpretación cultural errónea que hemos arrastrado durante décadas. Nos han enseñado mal o, con el paso de los años, hemos deformado la norma a nuestra conveniencia para no perder unos segundos de nuestro tiempo.
La realidad es que el semáforo en ámbar fijo no significa que tengas vía libre para apurar la marcha. De hecho, según el Reglamento General de Circulación, el significado es mucho más estricto de lo que crees. Esa luz equivale, a efectos prácticos y legales, a la luz roja. La orden principal es detenerse, aunque la norma introduce un matiz, que es el que genera la confusión.
Para entender esto bien y que no te queden dudas la próxima vez que te veas en esta situación, tenemos que ir a la fuente original. El artículo 146 del Reglamento General de Circulación establece que una luz ámbar no intermitente obliga a detenerse en las mismas condiciones que si se tratara de una luz roja fija.
Pero aquí viene la excepción que salva a algunos y condena a otros. La norma especifica que debes detenerte siempre, a menos que, cuando se encienda la luz, el vehículo se encuentre tan cerca del lugar de detención que no pueda frenar en condiciones de seguridad suficientes. La seguridad es el factor determinante que diferencia una maniobra correcta de una infracción grave.
No se trata de si te da tiempo a pasar o no, sino de si puedes frenar sin causar un accidente. Si al ver el ámbar, pisar el freno implica un frenazo brusco que pueda provocar que el coche que viene detrás se estampe contra ti, o si la inercia va a hacer que te quedes detenido en mitad del cruce, entonces, y solo entonces, está permitido continuar la marcha. El problema es que muchos conductores utilizan esta excepción como norma general para justificar el acelerón sistemático.
Cómo actuar cuando el semáforo se pone en ámbar

La clave está en la anticipación. La conducción no empieza cuando tienes el obstáculo delante, sino mucho antes. Cuando te aproximas a un semáforo que lleva mucho tiempo en verde, tu instinto debe decirte que es muy probable que cambie de un momento a otro.
Lo que debes hacer es levantar un poco el pie del acelerador al acercarte a cualquier intersección regulada por semáforos. Esto te da un tiempo de reacción mucho mayor. Si el semáforo cambia a ámbar, tu primer movimiento no debe ser mirar el semáforo, sino mirar el espejo retrovisor interior. Esta es la técnica que separa a los buenos conductores de los que acaban multados.
Si miras por el retrovisor y ves que no hay nadie detrás o que el coche que te sigue está a una distancia prudencial, tu obligación es frenar con suavidad y detenerte antes de la línea. Pero si al mirar por el retrovisor ves un vehículo pegado a tu parachoques trasero, frenar podría suponer un riesgo de colisión por alcance. En ese caso concreto, la decisión correcta es mantener la velocidad, nunca acelerar bruscamente por encima del límite de la vía, y cruzar la intersección con precaución.
Otro punto donde Manuel nota mucha confusión es en la diferencia entre la luz ámbar fija y la intermitente. No son lo mismo, y tratarlas igual es un error.
Cuando ves el semáforo parpadeando en ámbar, te está diciendo que debes extremar la precaución. En este caso no tienes obligación de detenerte si no es necesario, pero sí debes ceder el paso. Tienes que reducir la velocidad y asegurarte de que no vienen peatones u otros vehículos con prioridad. Y mucho ojo, porque a veces este ámbar intermitente te obliga a cumplir otras señales verticales como un Stop o un Ceda el Paso. Si ignoras esto y pasas sin mirar, la responsabilidad en caso de accidente será tuya.
Las multas a las que te enfrentas

Muchos conductores piensan que saltarse un semáforo en ámbar es una infracción menor, algo así como aparcar mal. Sin embargo, la ley equipara el ámbar fijo al rojo si podías haber frenado con seguridad. Por tanto, la sanción es la misma que si te saltaras un semáforo cerrado.
Si un agente considera que tenías espacio y tiempo de sobra para detenerte sin poner en peligro a nadie y decides pasar, te enfrentas a una multa de 200 euros. Si te acoges al pronto pago se te quedaría en 100 euros, pero el daño no termina ahí.
Esta infracción también implica la retirada de 4 puntos. Es un precio muy alto solo por tratar de ganar unos segundos. Llegar dos minutos tarde es mejor que no llegar o llegar con una multa bajo el brazo.
La situación se complica aún más con la tecnología actual. Ya no dependes solo del criterio de un agente que pueda estar viendo la jugada. Muchas ciudades en España tienen instalados los sistemas de foto-rojo. Estas cámaras están calibradas para saltar en cuanto el semáforo cambia de fase.
Aunque existe un mito que dice que estas cámaras te multan en ámbar, la realidad es que están programadas para disparar cuando la luz es roja. Sin embargo, el riesgo de pasar en ámbar es que calcules mal. Si aceleras pensando que te da tiempo a pasar y el semáforo cambia a rojo justo cuando estás cruzando la línea, la cámara disparará.
Más allá de las multas y los puntos, hay un componente que a menudo olvidamos. Cuando un semáforo se pone en ámbar, está avisando de que el tiempo para los vehículos ha terminado y va a empezar el tiempo para los peatones o para los coches de la vía transversal. Acelerar en el último segundo pone en riesgo a los usuarios más vulnerables, como los peatones que a veces empiezan a cruzar antes de que su muñeco se ponga verde porque ven que los coches deberían estar parando. Es verdad que ellos no lo hacen bien, pero no te da una excusa para hacer lo mismo.








