El Grandland es el ‘buque insignia’ de la actual gama de la firma alemana. Se trata de un SUV de 4,65 metros de longitud, por lo que se coloca justo a medio camino entre un Peugeot 3008 (4,54 metros) y un 5008 (4,79 m), modelos con los que comparte plataforma (STLA Medium).
Hasta ahora estaba disponible con una versión hibrida de 145 CV; otra híbrida enchufable, con 195 CV; y dos eléctricas (Grandland Electric), con 213 CV (batería de 73 kWh) y 231 CV (batería de 97 kWh y hasta 694 kilómetros de autonomía). Ahora se suma una tercera versión alimentada exclusivamente por electricidad, que tiene como gran aliciente la incorporación de un segundo motor en el eje trasero, por lo que dispone de tracción a las cuatro ruedas (el resto de Grandland son delantera) y una potencia total de 325 CV. Y hemos podido probarla.
El Grandland Electric AWD se vende únicamente asociado al acabado más completo disponible, denominado Ultimate, que también está disponible en el 1.2 híbrido de 145 CV; no así en el resto de la gama. También conviene reseñar que esta versión incorpora la batería de 73 kW, no la de 97 kWh de la versión Long Range, esencialmente por problemas de espacio. De este modo, su autonomía es de 489 kilómetros, por lo que es el único Grandland eléctrico por debajo de los 500 kilómetros. Esta segunda unidad eléctrica también tiene influencia en el maletero, que pasa de 550 a 485 litros.

Exteriormente, el Grandland Electric AWD se diferencia de cualquier otro hermano de gama por las llantas bicolor de 20 pulgadas. También aparecen unas inserciones aerodinámicamente optimizadas en los parachoques delantero y trasero, al tiempo que reducen aún más la oposición al viento. Gracias a estos elementos, es la versión con menor resistencia al aire, con un coeficiente (Cd) de solo 0,278. También es el que más capacidad de remolque ofrece: hasta 1.350 kilogramos con freno.
Así va el Opel Grandland Electric AWD
Una de las características más destacadas de este modelo de dos motores es que añade un cuarto modo de conducción denominado AWD, que se suma a los ya habituales (Eco, Normal y Sport). Al seleccionarlo, los dos motores funcionan de forma continua, con la potencia distribuida uniformemente entre las cuatro ruedas, lo que proporciona un agarre óptimo, especialmente en superficies resbaladizas. El ESP y los sistemas de control de tracción adoptan ajustes específicos para mejorar el agarre. La potencia y el par máximos están disponibles.

También equipa unos amortiguadores con frecuencia selectiva, la cual se caracteriza por contar con un segundo circuito hidráulico en la cámara del amortiguador para adaptar mecánicamente la fuerza en relación con la frecuencia.
En la práctica, este Grandland Electric AWD ofrece un menor balanceo de la carrocería y, por ende, un tacto más directo. Obviamente, sus prestaciones son las mejores de la gama, aunque el empuje sólo es notoriamente mayor al seleccionar el modo Sport o AWD. En cualquier caso, no es un coche especialmente rápido si lo comparamos con alternativas similares como el Ford Mustang Mach-E Premium AWD 329 CV, que cubre la prueba de aceleración de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos, frente a los 6,1 segundos del Opel. Un Skoda Enyaq RS, con 340 CV, presenta un dato incluso mejor: 5,4 segundos.
Por lo demás, conserva las cualidades del resto de la gama, como un rodar muy suave y un elevado confort de marcha, que no ve perjudicado por los cambios en la suspensión. En definitiva, esta versión es recomendable para quien vaya a circular de manera más o menos habitual por terrenos con poca adherencia, o bien para aquellos que tengan intención de tirar de un remolque.
Galería de imágenes de la primera prueba del Opel Grandland Electric AWD
Fotos: Opel













