Contratar un seguro de coche es uno de esos trámites que muchos conductores hacen casi en automático: comparan precios, revisan por encima las coberturas y, si su coche vale la pena, eligen un “Todo Riesgo” pensando que así están protegidos pase lo que pase. Pero, como advierte Esther, mediadora de seguros con más de una década de experiencia, esta decisión no debería tomarse a la ligera.
Porque la realidad es que no todos los seguros “Todo Riesgo” son iguales. Hay diferencias importantes entre compañías, exclusiones que sorprenden al asegurado cuando más necesita cobertura y condiciones que pueden hacer que aquello que creías incluido… no lo esté. Y esos detalles, casi siempre, están en la famosa “letra pequeña” que la mayoría evita leer.
1El falso mito del “todo cubierto”: lo que realmente incluye un todo riesgo
Muchos conductores creen que un seguro a Todo Riesgo significa tenerlo todo cubierto sin preguntas ni condiciones. Es un mito extendido, y según Esther, es la razón principal por la que muchos clientes se sienten engañados cuando sufren un siniestro y la compañía no paga la reparación completa.
Los Todo Riesgo suelen cubrir los daños propios, golpes fortuitos, accidentes con o sin contrario, roturas y otros incidentes, pero no siempre incluyen situaciones como negligencias, daños por mal uso, fenómenos atmosféricos concretos o accesorios instalados fuera de fábrica. “Lo primero que digo a mis clientes es: no existe la cobertura universal. Incluso el mejor seguro tiene límites”, afirma Esther. Por eso, recomienda comparar más allá del precio y fijarse en qué coberturas son realmente útiles según el tipo de coche, el uso y el perfil del conductor.
