Se acerca la fecha en la que todos los conductores españoles tendremos que cambiar los viejos triángulos por las nuevas balizas V-16 de la DGT. Sin embargo, a la Guardia Civil le sigue pareciendo una muy mala idea, y ha vuelto a insistir en que esta decisión podría ser un error fatal.
La benemérita ha puesto sobre la mesa una verdad incómoda. Y es que estas nuevas luces intermitentes pueden acabar siendo parte de un problema mayor, en lugar de la solución que la DGT asegura que son.
1La división entre tecnología y experiencia
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), ha levantado la voz contra los planes de la DGT. El motivo es que consideran que eliminar los triángulos de preseñalización y sustituirlos solo por la señal V-16 no solo no mejora la seguridad, sino que en muchas circunstancias puede hacer que la situación empeore. No es habitual que haya este tipo de discrepancias entre organismos que velan por la seguridad vial, al menos no en público, pero los agentes creen que la situación lo requiere.
El principal argumento que esgrime esta asociación tiene que ver con un concepto clave en la seguridad vial: la distancia. Cuando tú colocas los triángulos, si lo haces bien y sigues la normativa que aprendiste en la autoescuela, los pones a unos cincuenta metros por detrás de tu coche averiado. Esto no es un capricho. Esa distancia sirve para avisar a los conductores que vienen por detrás mucho antes de que lleguen a tu altura. El triángulo indica que hay un problema más adelante, y que se debe levantar el pie del acelerador o cambiarse de carril con tiempo suficiente. Es una barrera visual física que anticipa el peligro.
Sin embargo, la luz V-16 funciona de una manera muy diferente y ahí es donde la Guardia Civil ve el problema. La baliza se coloca sobre el techo del propio vehículo detenido. Esto significa que la advertencia y el peligro están justo en el mismo punto del mapa. No hay antelación. Si un conductor va algo distraído o cansado, verá la luz naranja justo cuando ya tiene tu coche encima. Si circula a 120 kilómetros por hora, el tiempo de reacción se reduce a nada. Los agentes insisten en que se pierde el concepto de preseñalización para pasar a una simple señalización de posición, y esa diferencia va mucho más allá de la dialéctica, puede costar vidas en la carretera.







