Dubái vuelve a ser noticia. De nuevo, por una de sus pasiones más reconocibles: el lujo llevado al extremo. En una ciudad donde un Bugatti puede parecer tan común como un SUV, el estatus se mide de formas cada vez más insólitas. Esta vez, el objeto de deseo no ha sido un superdeportivo ni una joya de colección, sino algo más pequeño y simbólico: una matrícula.
En las últimas semanas, las redes sociales se han incendiado a raíz de una matrícula valorada en la friolera de 15 millones de dólares, montada en un Tesla Cybertruck personalizado por Mansory. Sí, hablamos de una placa que cuesta más que cuatro Bugatti Chiron Super Sport juntos, y que ha convertido al vehículo en el epicentro de la conversación mundial sobre lujo, poder y ostentación.
4Una tradición que convierte la placa en arte
El fenómeno no es nuevo. Desde 2008, el gobierno de Dubái organiza subastas de matrículas especiales que, además de recaudar fondos para causas sociales, se han convertido en escaparate del poder adquisitivo de los más ricos del emirato. Las más cotizadas son aquellas con un solo número o letra exclusiva, y su valor se ha disparado con los años.
Para muchos, esas placas funcionan como forma de identidad social. Se asocian al propietario, no al coche. De hecho, algunos millonarios las pasan de un vehículo a otro, convirtiéndolas en una especie de firma personal. En coches de lujo, es habitual ver matrículas como ‘1’, ’77’ o ‘999’, cada una con su significado. Pero ninguna ha alcanzado la exclusividad de la P7.








