Conducir no es solo desplazarse de un punto a otro. Es una declaración de independencia. Sin embargo, a todos los conductores nos surgen dudas cuando sentimos que los reflejos no son los de antes o cuando conducir de noche empieza a cansar más de la cuenta. Pero la DGT no duda en absoluto, y tiene muy claro cuándo deberías empezar a plantearte soltar el volante.
Tal vez te sorprenda cuál es esa edad, porque está mucho más cerca de lo que crees. Sigue leyendo, porque lo que te voy a contar puede cambiar tu forma de entender tu futuro en la carretera.
1La edad crítica que señala la DGT
Lo primero que hay que entender para no entrar en pánico es cómo funciona la normativa actual en España. La ley no establece una edad máxima legal que te prohíba ponerte al volante. Si tienes noventa años y tus facultades están intactas, la DGT te permitirá seguir conduciendo.
Sin embargo, que sea legal no significa que sea recomendable. y aquí es donde entra el matiz. La DGT no te va a quitar el carnet por ser mayor, pero sí te va a vigilar mucho más de cerca. El organismo de tráfico sabe que el paso del tiempo afecta a capacidades críticas para la conducción. Por eso, el sistema cambia radicalmente cuando cruzas la barrera de los 65 años. No es un capricho administrativo, es una medida de protección hacia ti y hacia el resto de usuarios de la vía.
Aunque no hay prohibición, sí hay una recomendación muy clara respaldada por estudios médicos y estadísticos. Basándose en la evolución de las capacidades psicofísicas, la DGT señala el rango entre los sesenta y cinco y los setenta años como el momento clave.
De hecho, expertos y fuentes cercanas al organismo apuntan a una franja aún más específica donde el deterioro se hace evidente: entre los sesenta y ocho y los setenta años. Esta es la edad en la que la DGT sugiere que deberías plantearte si estás en condiciones de seguir circulando con seguridad.
La idea no es que dejes de conducir de golpe el día que cumples los setenta, sino de que asumas que entras en una etapa de riesgo. A partir de esta edad, la pérdida de facultades deja de ser una anécdota para convertirse en un factor de riesgo real en la carretera.
