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martes, 4 noviembre 2025

La DGT te da las pautas para reaccionar al volante si te sorprende una lluvia de otoño

Conducir con lluvia intensa es un desafío, pero el mayor peligro no es el agua, sino el pánico

Muchos conductores creen que la reacción ante lluvia intensa y aquaplaning de pisar el freno a fondo es correcta. Pero la DGT advierte que hacer eso es justo lo que puede provocar un accidente. Hay una maniobra mejor, una reacción que la mayoría ignora y que es la única que puede salvar la situación.

Por eso, la DGT ha lanzado una serie de consejos para conducir con lluvia intensa.

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El momento del pánico: llega el aquaplaning

coche pasando por balsa de agua
Fuente propia/IA

El aquaplaning es el fenómeno físico que ocurre cuando tu neumático no es capaz de evacuar la cantidad de agua que hay en el asfalto. Esto sucede por una combinación de factores: exceso de velocidad, un charco profundo y, muy importante, un neumático en mal estado o con poca presión.

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En ese momento, no tienes ni dirección ni frenos. El coche sigue recto por pura inercia. La profundidad del dibujo es vital. La ley marca un mínimo de 1.6 mm, pero la DGT y los expertos en seguridad advierten que por debajo de 3 mm, el riesgo de aquaplaning se dispara de forma exponencial. Un neumático gastado es una invitación al desastre con lluvia.

Aquí está la maniobra que te salva la vida. Cuando sientes que el coche flota y la dirección se vuelve blanda, el pánico te dice que frenes. Pero si pisas el freno, lo más probable es que las ruedas se bloqueen. En cuanto una rueda recupere el agarre antes que otra, el coche dará un bandazo brusco e incontrolable, provocando un trompo o una salida de vía.

El pánico también te puede llevar a dar un volantazo para recuperar la dirección, pero es mejor que no lo hagas. Si giras el volante mientras flotas, las ruedas estarán giradas. En el momento en que el coche baje de velocidad y los neumáticos toquen de nuevo el asfalto, el coche saldrá disparado en la dirección que marcaban las ruedas, de forma violenta.

Entonces, ¿qué hacer? La DGT es clara. Tienes que hacer dos cosas, que son lo contrario a lo que te marca la intuición:

  • Sujeta el volante con firmeza. No lo gires. Manténlo recto, apuntando hacia donde quieres ir, como si fueras por un raíl.
  • Levanta el pie del acelerador con suavidad. No lo sueltes de golpe, pero deja de acelerar.

Al dejar de acelerar, el coche perderá velocidad por la propia resistencia del agua. En pocos segundos, la velocidad bajará lo suficiente como para que los neumáticos vuelvan a evacuar el agua y recuperen el contacto con el asfalto. Sentirás un pequeño tirón cuando el agarre vuelva. En ese momento, ya puedes volver a acelerar o frenar si es necesario, pero siempre con mucha suavidad.

Conducir con lluvia intensa no implica ser un piloto, pero sí exige máxima concentración y aplicar la lógica que marca la DGT: reducir la velocidad, aumentar la distancia, ver bien y, sobre todo, saber reaccionar con calma y técnica ante el temido aquaplaning. No frenes, no gires, solo sujeta firme el volante y levanta el pie.

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