Durante décadas, muchos motoristas han tratado las líneas pintadas del asfalto con recelo: especialmente en curvas, ese blanco llamativo era considerado casi un enemigo invisible al que no acercarse con la rueda. La creencia general —y en muchos casos justificada por experiencias y caídas pasadas— era que la pintura ordinaria era resbaladiza, y que pisarla al entrar o salir de una curva era un riesgo innecesario. Esa sombra de duda ha acompañado al mundo de la moto durante muchos años.
Hoy, sin embargo, ese mito está siendo desafiado. Nuevas técnicas de señalización vial combinadas con materiales antideslizantes permiten que esas mismas líneas que suscitan desconfianza se conviertan en aliadas para la seguridad en carretera. En puntos clave, especialmente en curvas peligrosas, se prueban pinturas y marcas transversales capaces de guiar al motorista y reducir accidentes. La diferencia no está solo en la química de la pintura, sino en la estrategia de colocación inteligente.
2La implantación piloto en Cataluña

El Servei Català de Trànsit ha decidido llevar esta solución a dos puntos de prueba: la Collada de Toses (N-260) y la carretera de Prats de Lluçanès (B-124). En la primera carretera, de titularidad estatal, se espera que la señalización transvase hacia tramos peligrosos ya identificados. En la segunda, dentro de la red de carreteras de la Generalitat, servirán como test para evaluar resultados antes de ampliar el sistema.
La idea no es saturar todas las curvas con estas marcas, sino usarlas en puntos puntuales donde el índice de accidentes de moto es alto. Según Winkelbauer, si se generaliza demasiado, se perderá el efecto sorpresa y la eficacia del sistema.