Durante décadas, muchos motoristas han tratado las líneas pintadas del asfalto con recelo: especialmente en curvas, ese blanco llamativo era considerado casi un enemigo invisible al que no acercarse con la rueda. La creencia general —y en muchos casos justificada por experiencias y caídas pasadas— era que la pintura ordinaria era resbaladiza, y que pisarla al entrar o salir de una curva era un riesgo innecesario. Esa sombra de duda ha acompañado al mundo de la moto durante muchos años.
Hoy, sin embargo, ese mito está siendo desafiado. Nuevas técnicas de señalización vial combinadas con materiales antideslizantes permiten que esas mismas líneas que suscitan desconfianza se conviertan en aliadas para la seguridad en carretera. En puntos clave, especialmente en curvas peligrosas, se prueban pinturas y marcas transversales capaces de guiar al motorista y reducir accidentes. La diferencia no está solo en la química de la pintura, sino en la estrategia de colocación inteligente.
1El antecedente austriaco y su lógica

La iniciativa llega desde Austria, donde asociaciones de seguridad vial han experimentado con marcas transversales o pequeños círculos pintados cerca de la línea central para motivar al motorista a trazar la curva alejándose del eje. La premisa es simple pero poderosa: “el 100 % de los motoristas saben que las marcas viales hay que evitarlas porque resbalan”, afirma Martin Winkelbauer, de la asociación austriaca KFV.
En muchos casos, estas marcas se integran internamente como pegatinas resistentes inicialmente, para luego pasar a pintura, lo que permite una prueba rápida y con pocos costos. La facilidad de implementación y el carácter preventivo han sido claves para que la idea despierte interés en Cataluña.