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martes, 7 octubre 2025

¿Qué tienen en común los coches de Mazda con una esgrimista y una acróbata españolas? ¡Te lo contamos!

La armonía y la concisión que requieren disciplinas como la acrobacia o la esgrima se encuentran también en la filosofía en la que Mazda basa sus modelos.

Cuando el movimiento se convierte en arte. Esta frase podría muy bien ser el título que ilustrara este texto y también el nexo de unión entre los coches de Mazda, la esgrimista española Inés Escudero y la acróbata, también española, Marina Álvarez Rodríguez.

Mazda ha encontrado en estas dos atletas españolas la metáfora perfecta para explicar la armonía, elegancia y refinamiento que percibimos en sus automóviles en movimiento y que está en el ADN de la marca.

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Hay una paradoja en la maestría: lo que parece más sencillo es, en realidad, lo más difícil de lograr. Esa apariencia de naturalidad, esa sensación de que todo fluye sin esfuerzo, es el resultado de años de disciplina, repetición y refinamiento. Es el punto donde la técnica desaparece y solo queda la esencia del movimiento.

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Mazda lo sabe y lo pone practica en sus automóviles, combinando una artesanía y armonía, de modo que, en carretera parecen auténticas esculturas en movimiento.

Y para explicar este concepto, la marca presenta a dos mujeres extraordinarias: la esgrimista Inés Escudero, y la trapecista Marina Álvarez Rodríguez. La primera aplica en sus movimientos de esgrima una gracia disciplinada que emerge de años de dedicación, una armonía precisa. Lo mismo ocurre con la acróbata aérea, para quien el equilibrio parece un trabajo sin esfuerzo.

Esgrima: instinto y control

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La esgrimista Inés Escudero con el Mazda MX-5. Foto: Mazda.

En la esgrima reside la sensación de quietud. Es concentración absoluta. Inés Escudero lo describe con claridad quirúrgica: «Te enfocas. Observas. Luego te comprometes, plena y precisamente. No se trata de saber qué sucederá, porque no puedes saberlo. Tampoco de reacciones instintivas. Es todo sobre instinto y control: de tu florete y de ti misma».

Esa filosofía es la que se materializa en los modelos de Mazda, incluso en su buque insignia, el CX-80. Alexander Fritsche, gerente senior de desarrollo de producto en ingeniería de Mazda, lo explica así: «Queremos que el vehículo responda exactamente como el conductor pretende. Funciona intuitivamente: solo la información correcta en el momento correcto, con la intensidad adecuada y sin perturbaciones. También responde de manera muy natural y predecible a las acciones del conductor».

MAZDA MX 5 esgrimista Ines Escudero ESPANA2 Motor16
Inés Escudero. Foto: Mazda.

La unidad entre automóvil y conductor se materializa en el Mazda CX-80 en la respuesta de su tren motriz longitudinal, su caja automática de ocho velocidades y la plataforma de tracción total i-Activ, que son las herramientas que hacen posible el Jinba Ittai, ese concepto japonés de unidad entre caballo y jinete que Mazda ha convertido en ingeniería técnica.

Acrobacias: la fuerza que no se ve

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Moverse con elegancia no significa hacerlo sin potencia. Significa aplicar exactamente la cantidad necesaria de fuerza. Marina Álvarez Rodríguez, quien ha actuado con compañías de prestigio en España y el extranjero, lo entiende mejor que nadie. Sus actuaciones en el trapecio no son demostraciones de músculo, sino de control milimétrico.

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«Es una sensación poderosa», explica, «pero no porque estés forzando tu cuerpo a una posición. Has entrenado tu cuerpo para hacerlo naturalmente. Dependes del instinto, la memoria muscular y el ritmo. Y cuando todo se une, sientes como si estuvieras flotando.

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Marina Álvarez Rodríguez. Foto: Mazda.

El Mazda CX-80 comparte esa capacidad de transmitir poder a través de la precisión y la compostura. Al igual que el resto de modelos de la marca, está moldeado siguiendo la filosofía Kodo —Alma del Movimiento—, que utiliza espacio, líneas y color estratégicamente para dar vida a los vehículos, rechazando las exhibiciones agresivas.

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Con casi cinco metros de longitud, el Mazda CX-80 podría ser imponente. En cambio, parece grácil, capturado en un momento de preparación serena. Las molduras cromadas de las ventanas son más rectas y definidas en el pilar D. Las barras del techo, integradas a la perfección en el conjunto, recorren la cabina reforzando la sensación de equilibrio y movimiento. Incluso en reposo, los reflejos sobre su meticulosa pintura —como el Artisan Red o el Melting Copper— sugieren movimiento y potencian la impresión de dinamismo contenido.

«No solo diseñamos formas. Moldeamos energía«, afirma Jo Stenuit, director de diseño de Mazda Motor Europe. «La carrocería del coche debe dar la impresión de que está lista para moverse con confianza tranquila. Debe ser como el momento antes de que un acróbata abandone el trapecio».

La armonía del movimiento: una filosofía compartida con Mazda

MAZDA CX 80 ACROBATAMarina Alvarez Rodriguez ESPANA6 Motor16
Marina Álvarez Rodríguez. Foto: Mazda

Lo que une la elegancia controlada de la esgrima, la fuerza serena de la acrobacia y la experiencia de conducir un Mazda no es el movimiento en sí, sino su naturaleza: intuitivo, equilibrado, armonioso. Esa armonía del movimiento ocurre cuando la disciplina se convierte en instinto y el movimiento en arte. No tiene que ver con velocidad o espectáculo, es la conexión invisible entre esfuerzo y facilidad, entre intención humana y respuesta mecánica.

Para las atletas, alcanzar esa armonía requiere años de entrenamiento. En vehículos de Mazda como el CX-80, es el producto de una artesanía meticulosa, una ingeniería refinada y una filosofía de diseño que elimina lo superfluo y permite que brille lo esencial. Cada línea, cada respuesta, cada momento al volante está diseñado para sentirse como una segunda naturaleza, atrayendo la atención no hacia sí mismo, sino hacia la experiencia que posibilita.

Aquí es donde convergen el trabajo de estas atletas espñaolas y los Takumi de Mazda, artesanos maestros con décadas de formación y experiencia. Comparten la idea de que la maestría no consiste en aumentar cifras, perseguir superlativos o imponer tu voluntad al mundo, sino en crear las condiciones donde las cosas simplemente fluyan como deberían. Definida así, la perfección no es un logro. Es una práctica: refinada con el tiempo, silenciosa y deliberadamente, buscando no impresionar, sino conectar.

Más imágenes de Marina Álvarez Rodríguez e Inés Escudero en su colaboración con Mazda

Fotos: Mazda

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