El mundo del motor vive una transición acelerada. Electrificación, normativas más estrictas y combustibles alternativos prometen cambiar las reglas del juego. Estados Unidos ha puesto sobre la mesa una alternativa que está generando un auténtico terremoto en la industria del automóvil y podría redefinir el futuro de millones de vehículos diésel. Y lo mejor —o peor, según a quién se pregunte— es que ya está aquí.
Este nuevo combustible aterriza con una promesa casi imposible de ignorar: es más barato, reduce emisiones, mejora el rendimiento y puede utilizarse sin modificar nada en el coche. Para los conductores europeos, esta opción representa un soplo de aire fresco, dado el elevado precio del gasóleo. Para los fabricantes y petroleras, un desafío que podría cambiarlo todo.
6La revolución puede venir del surtidor
El HVO no es una moda pasajera ni un parche temporal. Estados Unidos está demostrando que se puede producir en grandes cantidades, a precios competitivos y con un impacto medioambiental mucho menor que el diésel tradicional. Para millones de conductores europeos, esto supone una alternativa real, inmediata y sin complicaciones técnicas.
Si el precio baja y la disponibilidad aumenta —y todo indica que así será—, este combustible podría convertirse en el gran rival del diésel fósil. Paradójicamente, no lo mataría el coche eléctrico, sino un combustible que funciona en los mismos motores, que reduce emisiones y que tu coche acepta sin protestar. El futuro, una vez más, podría estar mucho más cerca del surtidor de lo que creemos.








