El mundo del motor vive una transición acelerada. Electrificación, normativas más estrictas y combustibles alternativos prometen cambiar las reglas del juego. Estados Unidos ha puesto sobre la mesa una alternativa que está generando un auténtico terremoto en la industria del automóvil y podría redefinir el futuro de millones de vehículos diésel. Y lo mejor —o peor, según a quién se pregunte— es que ya está aquí.
Este nuevo combustible aterriza con una promesa casi imposible de ignorar: es más barato, reduce emisiones, mejora el rendimiento y puede utilizarse sin modificar nada en el coche. Para los conductores europeos, esta opción representa un soplo de aire fresco, dado el elevado precio del gasóleo. Para los fabricantes y petroleras, un desafío que podría cambiarlo todo.
5Las petroleras y los fabricantes ya se están moviendo
Puede que el conductor medio apenas empiece a oír hablar de este combustible, pero la batalla en los despachos ya ha comenzado. Varias petroleras están reconvirtiendo plantas para producir HVO y no quedarse atrás en la ola de los combustibles renovables que la Unión Europea quiere impulsar. Es su forma de mantener el negocio del gasóleo sin perder relevancia en un mundo cada vez más electrificado.
Por su parte, los fabricantes de automóviles ven en el HVO una oportunidad para alargar la vida de los motores diésel, sobre todo en segmentos donde aún son imprescindibles: furgonetas, pick-up, todoterrenos y vehículos de largo recorrido. Aunque algunos ya han anunciado fechas para abandonar el diésel, otros observan con calma este nuevo escenario. Al fin y al cabo, un combustible renovable, compatible y más limpio puede alargar la transición más de lo que se pensaba.
