El mundo del motor vive una transición acelerada. Electrificación, normativas más estrictas y combustibles alternativos prometen cambiar las reglas del juego. Estados Unidos ha puesto sobre la mesa una alternativa que está generando un auténtico terremoto en la industria del automóvil y podría redefinir el futuro de millones de vehículos diésel. Y lo mejor —o peor, según a quién se pregunte— es que ya está aquí.
Este nuevo combustible aterriza con una promesa casi imposible de ignorar: es más barato, reduce emisiones, mejora el rendimiento y puede utilizarse sin modificar nada en el coche. Para los conductores europeos, esta opción representa un soplo de aire fresco, dado el elevado precio del gasóleo. Para los fabricantes y petroleras, un desafío que podría cambiarlo todo.
4Una solución inmediata frente a la transición eléctrica
Con la electrificación avanzando, pero sin llegar aún a todos los segmentos ni bolsillos, el HVO se plantea como un puente imprescindible en los próximos años. Permite reducir emisiones sin tener que cambiar de coche ni invertir miles de euros en nuevos sistemas de propulsión. Para el parque móvil europeo, con millones de diésel con muchos años por delante, este combustible puede convertirse en herramienta para cumplir los objetivos climáticos.
Ello explica por qué numerosos países lo están empezando a incorporar a sus estrategias de movilidad. Un porcentaje significativo del diésel vendido en Suecia y Finlandia está compuesto por HVO. En España, su presencia va creciendo tímidamente, pero las grandes distribuidoras energéticas ya han anunciado que ampliarán su disponibilidad en los próximos meses. La cuestión ya no es si llegará, sino cuándo será masivo.








