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miércoles, 22 octubre 2025

La Ley de Cambio Climático y el Real Decreto 1052/2022: los nuevos jugadores para las ZBE

Las Zonas de Bajas Emisiones representan un paso decisivo hacia un modelo de ciudad más saludable, silenciosa y eficiente. No se trata únicamente de cumplir una normativa, sino de rediseñar la forma en que vivimos y nos movemos. España tiene ahora la oportunidad de aprender de sus vecinos europeos y convertir las ZBE en un motor de innovación urbana.

La movilidad urbana en España está viviendo una auténtica revolución. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética, junto con el Real Decreto 1052/2022, ha marcado un antes y un después en la gestión del tráfico, la calidad del aire y el diseño de las ciudades. Ambas normativas han hecho que los municipios con más de 50.000 habitantes estén obligados a implantar una ZBE (Zona de Bajas Emisiones), una medida que pretende reducir los niveles de contaminación atmosférica y mejorar la salud pública.

Sin embargo, la realidad muestra un panorama desigual. Mientras ciudades como Madrid o Barcelona ya cuentan con sistemas consolidados y controles automatizados, otras urbes todavía están en una fase de planificación o implementación parcial. Según el visor oficial del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), muchas de las localidades obligadas por ley aún no han logrado tener una zona completamente operativa. Este retraso plantea un reto importante: ¿están nuestras ciudades preparadas para cumplir con los objetivos europeos de descarbonización antes de 2030?

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Los beneficios demostrados: salud, ahorro y bienestar

Entrada a una ZBE
Una calle restringida por la ZBE. Fuente propia

Uno de los argumentos más potentes a favor de las ZBE son sus resultados medibles. En Madrid, un estudio del IESE Business School reveló que la puesta en marcha de “Madrid Central” permitió salvar 88 vidas al año, reducir en 73 los nacimientos prematuros y evitar más de 600 ingresos hospitalarios relacionados con enfermedades respiratorias o cardiovasculares. El ahorro sanitario asociado a esta mejora de la calidad del aire supera los 3,4 millones de euros anuales.

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Estos beneficios no son exclusivos de España. Investigaciones en Amberes y Bruselas, publicadas en la revista Science of the Total Environment, demuestran que las ZBE reducen significativamente los niveles de NO₂ y partículas finas, con efectos positivos incluso fuera de los límites de la zona. En definitiva, no solo se trata de una medida ambiental, sino también de una herramienta de salud pública con un impacto económico directo.

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