La tecnología de los coches modernos es tan espectacular que parece que casi conducen solos. Pero hay un lado oscuro en la comodidad que ofrecen las ADAS, un riesgo que no está en los manuales de instrucciones, pero sí en la carretera.
Imagina que confías tanto en tu coche que empiezas a mirar el móvil por un instante más largo de lo habitual, o que tu mente se va de viaje mientras el coche mantiene la distancia. Estás cayendo en la trampa del exceso de automatización, un fenómeno que preocupa, y mucho, a expertos y, sobre todo, a quienes ven los accidentes a diario, como los agentes de tráfico.
El peligro de la desconexión cognitiva

Cuando confías en un sistema que funciona a la perfección el 99 por ciento de las veces, es inevitable relajarse. Lo llamamos desconexión cognitiva. No es que te duermas,sino que tu cerebro empieza a prestar menos atención a conducir, que es la tarea principal al volante.
Los expertos en seguridad vial lo tienen claro: el mayor peligro de las ADAS no es el fallo de la tecnología, sino el fallo del conductor. No fallamos porque los sistemas dejen de funcionar, sino porque cuando un sistema te quita trabajo, tienes que esforzarte el doble para seguir prestando atención.
Este fenómeno tiene un nombre técnico: Transferencia de Responsabilidad, y es la creencia subconsciente de que, al delegar la tarea de conducir en el coche, la responsabilidad de la seguridad también se delega. Y esto es totalmente falso. La DGT es muy clara: tú eres siempre el responsable.
Las ADAS no son perfectas

Es muy importante entender que, por muy avanzados que sean, estos sistemas no son infalibles. Las ADAS dependen de sensores, radares y cámaras para «ver» el mundo. Y estas herramientas tienen limitaciones muy claras que tú, como conductor, debes conocer. Por ejemplo:
- Condiciones meteorológicas extremas: Si hay una lluvia torrencial, niebla densa o nieve, los sensores y las cámaras pueden dejar de funcionar correctamente. La visibilidad se reduce para el coche y para ti, pero tu cerebro puede interpretar la situación mucho mejor que una cámara que no ve más allá de las gotas.
- Sol de frente (o de espaldas): El deslumbramiento que tanto te molesta a ti, puede «cegar» temporalmente las cámaras que interpretan las líneas del carril, haciendo que el asistente de mantenimiento de carril se desactive justo cuando más lo necesitas.
- Carreteras con mala señalización o parches: En zonas de obras, carreteras secundarias con líneas desgastadas o donde hay marcas de carril antiguas y nuevas a la vez, el sistema de mantenimiento de carril puede confundirse o no activarse.
- Objetos inesperados: Un bache repentino, un objeto en la carretera como una caja grande o un peatón que cruza de forma inesperada pueden no ser interpretados correctamente por el sistema de frenada de emergencia, o puede que lo interprete demasiado tarde.
Cómo usar las ADAS de forma segura

Las ADAS son una herramienta fantástica para reducir la fatiga en viajes largos y para evitar accidentes por despistes puntuales. No se trata de desactivarlas, sino de entender que son asistentes, no sustitutos.
Para evitar caer en la trampa del exceso de confianza, solo tienes que seguir algunas reglas esenciales para tu seguridad:
Aunque el coche te pida pocas correcciones, tienes que mantener el control del volante. No caigas en la tentación de usar el móvil o de hacer cualquier otra actividad que te haga desviar la mirada más de dos segundos. Muchos coches detectan que no tocas el volante, pero puedes engañar al sensor agarrándolo sin prestar atención. No lo hagas.
Dedica tiempo a entender qué sistemas tienes y, sobre todo, bajo qué condiciones se desactivan o fallan. Si tu coche te advierte con una luz roja o un sonido de que el Control de Crucero Adaptativo no detecta al coche de delante, tienes que estar preparado para tomar el control instantáneamente. No esperes a que frene, hazlo tú.
Cuando las condiciones de la carretera se vuelven difíciles (lluvia fuerte, tráfico denso, obras), es el momento de tomar el control total. Tu capacidad de juicio, tu visión periférica y tu experiencia siguen siendo mucho mejores que cualquier algoritmo. Los sistemas ADAS son geniales en entornos predecibles, pero en el caos del tráfico real, el cerebro humano es insuperable.
Las ADAS están salvando vidas. Te protegen de tus errores, pero si abusas de ellos, tu error se convierte en la causa. Úsalas, pero nunca dejes de ser el conductor.








