La moda y el automovilismo raramente convergen de forma tan simbólica como lo han hecho ahora con la alianza entre Tommy Hilfiger y el equipo Cadillac de Fórmula 1. Lo que a primera vista podría parecer una unión estratégica más entre marca y deporte, representa en realidad un potente gesto de identidad cultural, innovación y orgullo nacional.
Dos iconos estadounidenses, cada uno con un legado que trasciende su industria, se encuentran en un momento clave para redefinir la estética, el rendimiento y la narrativa del deporte motor a nivel global.
Tommy Hilfiger, parte de PVH Corp., ha sido una presencia influyente en la moda durante más de cuatro décadas, consolidándose como una marca sinónimo del espíritu estadounidense: audaz, optimista y siempre conectada con los cambios culturales. Con incursiones memorables en el arte, la música, el entretenimiento y el deporte, Hilfiger no solo ha vestido a generaciones, sino que ha sabido leer —y muchas veces anticipar— los pulsos de la cultura pop.
Cadillac regresa a la Fórmula 1
Por otro lado, Cadillac Fórmula 1 representa el regreso del músculo estadounidense a la cima del automovilismo mundial. Respaldado por TWG Motorsports y General Motors, el equipo ha sido aprobado oficialmente para unirse al campeonato a partir de 2025 (más información), marcando la primera nueva incorporación desde 2016. Con una visión ambiciosa y una herencia de excelencia técnica, Cadillac F1 busca no solo competir, sino influir en la forma en que el mundo ve la Fórmula 1.

La alianza con Tommy Hilfiger no es casual. Tiene que ver con una visión compartida sobre lo que significa representar a Estados Unidos en un escenario internacional altamente competitivo. “Dos íconos. Una visión. Una nueva era audaz para el automovilismo estadounidense”, en palabras del propio Tommy Hilfiger.
Este nuevo capítulo en la historia de la marca no solo celebra su pasión de larga data por la F1 —que comenzó en los circuitos de Watkins Glen—, sino que retoma una relación con el deporte que ha incluido patrocinios a equipos legendarios como Lotus, Ferrari y Mercedes-AMG, y colaboraciones con figuras como Sir Lewis Hamilton.
Más allá de los monoplazas
El vínculo con Cadillac F1 (aquí más información) va más allá del patrocinio. Implica una auténtica fusión de mundos: los diseños y colores icónicos de la firma estarán presentes en los uniformes del equipo, los monos de los pilotos y hasta en los cascos.

Además, se lanzará una colección cápsula para aficionados que promete ser una reinterpretación moderna del estilo ‘Prep Made Modern’, fusionado con el ADN competitivo de Cadillac. Se trata de una apuesta por convertir la moda en una declaración de intenciones en el paddock, un entorno históricamente más funcional que estilizado.
Para Tommy Hilfiger, esta alianza es también una forma de continuar su tradición de romper esquemas. En los años noventa, fue pionero en incorporar la moda al universo del hip hop. Hoy, busca hacer lo mismo en la Fórmula 1, un deporte que ha ganado una popularidad explosiva a nivel mundial, particularmente en Estados Unidos.
Su implicación no se detiene en el circuito: con iniciativas como el patrocinio de la Academia F1 y el apoyo a la piloto Alba Larsen, Hilfiger refuerza su compromiso con la inclusión y la visibilidad de las mujeres en un entorno predominantemente masculino.
Dos iconos estadounidenses
En el fondo, lo que Tommy Hilfiger y Cadillac F1 están presentando al mundo no es solo una imagen estilizada del automovilismo, sino una nueva forma de concebirlo: como una plataforma donde se cruzan la tecnología, la moda, la cultura y la identidad. Donde los límites entre pasarela y circuito se difuminan, y donde el rugido de los motores puede ir acompañado de una visión estética tan potente como su ingeniería.
Este encuentro entre diseño y velocidad no es solo una estrategia de marca. Es una declaración cultural. Una que dice que soñar en grande —y con estilo— sigue siendo parte del ADN americano.