Max Verstappen había sumado todas y cada una de las sesiones libres del Gran Premio de México. También el Q1 y el Q2. Su aplastante superioridad hacía de la pole un mero trámite. Salir primero en la cita mexicana suele garantizar un gran porcentaje de la victoria antes las dificultades ambientales derivadas de rodar a 2.200 metros de altura. Como bien ha conocido, por ejemplo, Fernando Alonso.
Pocas sorpresas en 2023 como la que los dos pilotos de Ferrari protagonizaron en la primera vuelta del Q3. Sainz, que había entrado en el bloque final en décima posición, encontró casi un segundo repentinamente. Se puso primero. Leclerc entraba a continuación mejorando por 67 milésimas el tiempo del español. En su intento final Verstappen mejoraba en los dos primeros parciales los cronos de los dos Ferrari. Pero sus neumáticos desfallecieron en el último sector. Ni siquiera en Ferrari daban crédito. Habían copado la primera línea en el Hermanos Rodríguez.
La altura del trazado mexicano provoca que cualquier oscilación de temperatura ambiental se amplifique en el asfalto. Justo cuando salieron los dos monoplazas italianos a la pista, aquella se redujo, creando unas condiciones ambientales idóneas y puntuales para los neumáticos de Leclerc y Sainz. Un espejismo, pero que aportaba a Ferrari una ventaja estratégica el gran premio.
Leclerc lo había anticipado el día anterior. “Cualquier cosa puede pasar, especialmente con la refrigeración, quien vaya por detrás, tendrá que gestionar, por lo que eso puede jugar a nuestro favor. Pero para ello necesitamos arrancar bien y mantener esa posición en la primera curva”. Aunque Sainz, siempre precavido, recordó el sábado las discrepancias de ritmo del SF23 a una vuelta y compuestos blandos, en oposición al de carrera, con neumáticos usados y depósitos llenos. Tenía la mosca en la oreja.
La desesperada necesidad de Sergio Pérez
El público mexicano creó una gran fiesta en torno a Sergio Pérez durante todo el fin semana. Tan necesitado de reivindicar su figura frente a Max Verstappen, que le ha batido siempre desde el pasado Gran Premio de Bakú. Nada como un triunfo delante de su público. Sin embargo, esa ansiedad se hizo patente con una gran salida en principio, pero alocada en su final cuando intentó forzar por el exterior el adelantamiento a Charles Leclerc y Max Verstappen. El holandés se hizo centella en tan pronto se encendió la luz verde, superó a Sainz, y se colocó por dentro y en paralelo a Leclerc. Al otro lado del monegasco, un Pérez sin sitio en su afán del todo o nada para ganar ante su público. La carrera había terminado en la primera curva para el mexicano. Y también para las escasas opciones que pudiera tener Ferrari.
Porque si el equipo italiano contaba con alguna, perdió inmediatamente aquella ventaja estratégica lograda el sábado, para gran disgusto de Fred Vasseur. «No estoy satisfecho con la salida. No es una cuestión de gestión, es que empezamos mal y le dimos el rebufo a todos, perdiendo el control de la situación”, declaraba el francés, especialmente crítico con sus pilotos. “En primer lugar, si empiezas mal pierdes terreno respecto a los demás y luego pierdes el rebufo. El problema de fondo es que empezamos mal, porque Max a los pocos metros ya estaba delante de Carlos».
A partir de aquí se reprodujo el esquema repetido en las últimas carreras. Verstappen se marchó en solitario, rodó a placer, y el equipo austríaco se permitió incluso el lujo de llevar a cabo una estrategia de dos paradas, tal era su confort y superioridad. Por detrás, Leclerc y Sainz se dedicaron a la rutinaria tarea de gestionar las debilidades del SF23. El monegasco, con un alerón tocado fruto del incidente de la primera curva, se defendía con el neumático medio e intentaba no descolgarse de Verstappen. Con ese mismo compuesto, sin embargo, Sainz observó extrañado que ya en la vuelta de calentamiento el delantero izquierdo sufría con el ‘graining’. Desde aquí, labores de mantenimiento y supervivencia.
Si el sábado el SF23 revive y se desinfla el domingo, le ocurre lo contrario al W14, que en carrera ofrece un ritmo insuperable para Ferrari. Desde la sexta posición, Lewis Hamilton sacó el martillo y con él liquidó a Sainz tras la primera parada en boxes. Cuando se aprestaba a hacer otro tanto con Leclerc, el accidente de Magnussen interrumpió la carrera.
Una nueva arrancada, y Verstappen de nuevo salió como un avión. Hamilton rodaba tercero con medios, por los duros de Leclerc y Sainz. El británico aprovechó la ventaja, y en la vuelta 40 superó agresivamente al monegasco. En Ferrari esperaban que en la recta final de la carrera desfallecieran los neumáticos más blandos del Mercedes. Para nada. Ni Leclerc ni Sainz tuvieron respuesta. Hamilton terminó segundo como en Austin, pero en esta ocasión no perdió el resultado. Tras la sorpresa del sábado, Ferrari había vuelto a su lugar.
La agonía de Aston Martin y Fernando Alonso
Lando Norris se convirtió en el gran protagonista de una carrera relativamente monótona, donde la gestión del neumático y de la refrigeración limitaba el rendimiento y la agresividad. Tras arrancar primero desde las últimas posiciones (se quedó en el Q1) y caer a los últimos puestos tras la segunda salida, el británico remontó hasta la quinta posición final con un ritmo similar al de Max Verstappen. Lástima que no se hubiera posicionado en los primeros puestos de parrilla. Quizás el británico hubiera sido la sorpresa real.
Por su parte, a Carlos Sainz su cuarto puesto final le permitió empatar a puntos con Fernando Alonso. El asturiano abandonó por segunda vez consecutiva, tras fallar otras tantas veces en el Q3, algo que no había sucedido durante el resto de la temporada. La acusada pendiente por la que está descendiendo Aston Martin resulta ya insólita.
“Parece que estamos al límite siempre de adherencia, y hemos sido lentos en cada sesión”, explicaba Fernando Alonso, después de sus errores de pilotaje y sendos trompos viernes y sábado (en el Q1), algo inusual en el estilo del asturiano «Este fin de semana ha sido particularmente difícil para mí. No he estado haciendo un buen trabajo, siempre me sentí a la defensiva y no siempre confiaba en el monoplaza”. Palabras también inusuales en Alonso, a quien la deriva del AMR23 parece pasar factura. El equipo británico ha perdido aún más el norte con la última evolución introducida en Austin, aunque el propio Fernando Alonso reconocía que desde hace varios grandes premios el equipo británico ha probado todo tipo de reglajes, sin éxito. La desorientación técnica parece total, aunque Alonso se esfuerce en salvar la cara de su equipo.
El gran premio no pudo ir peor para el español. El monoplaza verde no tenía ritmo desde la primera vuelta, y Alonso era uno de los pilotos más lentos en pista. Por si no hacía falta, había caído más sal en la herida. “Ha sido una carrera muy difícil, teníamos ya poco ritmo durante el fin de semana y encima creo que hemos cogido algo de suciedad, alguna pieza del coche de ‘Checo’ Pérez o de alguien en la primera curva, y nos ha afectado también a la aerodinámica. Ya íbamos regular este fin de semana, y justo pasamos por encima de un trozo de un coche, y aún íbamos más lentos». La agonía de Aston Martin no termina. Quién lo hubiera dicho en aquellos tiempos de podios.
