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La increíble vida del segundo Ferrari de carretera más antiguo de la historia

Nadie diría que un país como Nueva Zelanda, en las Antípodas de Europa, pudiera guardar un tesoro automovilístico de la marca italiana -y posiblemente europea- más admirada. Pero la realidad es a veces mucho más interesante que la ficción, como demuestra esta historia. Un Ferrari 166 Inter, una pieza de valor incalculable de la historia de la marca italiana, que fue construido en el segundo año de existencia de la fábrica ha sido restaurado y mantenido por una pareja de auténticos entusiastas de Ferrari. Amanda y Philip, un matrimonio de jubilados que reside en Nueva Zelanda, adoptaron este icónico vehículo hace aproximadamente 30 años y lo mantienen vivo, disfrutando de su esencia en cada viaje.

Una historia publicada en el Official Ferrari Magazine y que tiene su origen en 2023, cuando se descubrió esta auténtica joya automovilistica. Durante un tour por Nueva Zelanda celebrado ese año con una pequeña flota de Ferrari Purosangue, un grupo de corresponsales automovilísticos se topó con esta joya de 1948: el 1948 Ferrari 166 Inter. Un modelo que no solo es una joya en general; sino en concreto esta unidad que guarda una compleja historia. Identificado por el número de serie 007-S; uno de los pioneros en la historia de la marca del Cavallino.

El Ferrari 166 Inter es el más antiguo que sigue en uso

El Ferrari 166 Inter representa un hito en la historia automovilística, pues fue el primer 166 en llevar el nombre “Inter”. Este modelo se presentó al público con su elegante línea coupé en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1949 y participó en la famosa Coppa Inter Europa en Monza el mismo año. Con su motor V12, el Ferrari proporcionaba un rendimiento excepcional para la época, alcanzando 110 caballos de potencia a 6.500 rpm con una cilindrada de dos litros (o 166 c.c. por cilindro), un detalle que es el que da origen a su nombre.

FERRARI 166 INTER 2 Motor16

Esta unidad con el número de serie 007-S fue el cuarto coche de carretera construido por Ferrari. Para explicarlo, en aquella época, los números de serie impares se reservaron para los coches de carretera, mientras que los pares eran asignados a los modelos de carreras. El 007-S era, por tanto, la cuarta unidad construida. Lamentablemente los modelos 001-S y 003-S se han perdido para siempre, y el 005-S se encuentra actualmente en el Museo Enzo Ferrari en Modena. Es por eso que este 166 Inter en Nueva Zelanda sea el Ferrari de carretera más antiguo del mundo que siga en uso.

La vida de este Ferrari comienza en Génova

Y más después de una larga peripecia de vida que lo ha llevado desde Italia a Nueva Zelanda. El viaje del 007-S comenzó en Génova, donde fue adquirido por su primer propietario en 1949. Posteriormente, cambió de manos a un segundo propietario en Florencia en 1951. Su tercer dueño, Pietro Barbetti, hizo historia al correr el 007-S en la Mille Miglia de 1952, donde concluyó en el vigésimo lugar de su categoría.

Su historia continúa en 1953, cuando el capitán del ejército estadounidense Henry Bartecchi se hizo cargo del 166 en una época caracterizada por momentos bastante desafortunados y convulsos. Un accidente en una competición de montaña tuvo como consecuencia un mes de hospitalización para el conductor… y las reparaciones deterioraron la carrocería diseñada por Carrozzeria Touring de Milán. En 1954, el coche fue enviado a los Estados Unidos, donde Bob McKinsey, un abogado estadounidense, tuvo que tomar la decisión de separar la carrocería del chasis para llevar a cabo reparaciones, una tarea que se estancó durante años.

FERRARI 166 INTER 7 Motor16

Fue en 1956 cuando Thomas Wiggins encontró la oportunidad de restaurar el Ferrari. Sin embargo, decidió descartar la carrocería Touring debido a su mal estado y centra todos sus esfuerzos en intentar conseguir una carrocería que estuviera en condciones. Pasaron 15 años hasta que Wiggins logra localizar una carrocería adecuada, un capó que solo fue fabricado en cinco unidades por Stabilimenti Farina, el taller de carrocerías de Turín fundado por Giovanni Farina, hermano de Battista Farina, quien más tarde crearía la famosa Pininfarina.

23 años de restauración… hasta que llegaron Amanda y Philip

La restauración completa de la nueva carrocería se complicó y se prolongó durante 23 años, hasta que finalmente en 1994, Wiggins abandonó su sueño de rodar con el 166 Inter.

Pero no acaba aquí su historia, porque es en esa época cuando Amanda y Philip, quienes ya poseían dos modelos de Ferrari de 1966, se aventuran a buscar este icónico vehículo. Tras mudarse a Nueva Zelanda desde Alaska, encontraron un anuncio en una revista sobre el 166 Inter. Y después de seis meses de negociaciones, recibieron el coche más o menos por piezas. Un chasis con un motor y una carrocería separada, además de cinco cajas de madera llenas de piezas originales del coche.

FERRARI 166 INTER 6 Motor16

A partir de ahí comenzó el concienzudo trabajo de restauración de esta joya. Amanda y Philip contrataron a un taller especializado en restauraciones que confirmó que la mayoría de los componentes originales del motor eran utilizables. La restauración se completó en 1997, permitiéndoles realizar un sueño para esta pareja de entusiastas de Ferrari: participar en las celebraciones del 50 aniversario de Ferrari. Para celebrar, una aerolínea financió el transporte del 166 a Roma, donde Amanda y Philip condujeron hasta Emilia-Romagna, donde esta unidad se vio rodeada de otras joyas nacidas del ingenio del Cavallino.

El Ferrari 166 Inter sigue participando en competiciones en Nueva Zelanda

Desde entonces, la pareja ha recorrido más de 50.000 kilómetros con el 166 Inter, que no se ha convertido en un modelo exclusivamente de colección. “No somos celosos a la hora de conducirlo”, comenta Amanda. “Nunca nos hemos preocupado demasiado por exhibir el coche en eventos; nos gusta compartirlo con la gente cuando lo conducimos”.

De hecho, a pesar de su avanzada edad, el 166 Inter sigue participando en competiciones de montaña en toda Nueva Zelanda. La pareja lo guarda en un taller que recuerda a las construcciones de su Alaska natal aunque en este caso está situado en un pintoresco paisaje verde típico de Nueva Zelanda. El lugar donde parece que acabará este capítulo en la larga historia de un Ferrari absolutamente único, una pieza irreemplazable de la historia automovilística que gracias al empeño de Amanda y Philip, las futuras generaciones van a poder admirar.