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Jaguar F-Pace 3.0 TDV6 AWD. Objeto de deseo

Hace unos años le di una vuelta a un amigo en un todoterreno de Mercedes-Benz con todo el equipamiento extra que se podía pedir. Y de todos sus comentarios el que se me quedó grabado, y que comenté en el texto de la prueba, fue el que hizo nada más subirse: «este coche huele a dinero», sentenció en tono jocoso. Era la forma más simpática de decir que ese coche pertenecía a un selecto grupo de modelos cuyas características pueden permitirse solo unos pocos privilegiados.

En el coche que nos ocupa hoy, una serie especial 'First Edition' del nuevo F-Pace de Jaguar, el olor a buena piel -sobre todo cuando ésta se utiliza con generosidad, como es el caso-, el tacto del tejido Alcantara o la vistosidad del aluminio, por no hablar de equipamientos más sofisticados relacionados con un magnífico sistema de infoentretenimiento, el equipo de sonido más trabajado o las ayudas a la conducción más completas, transmiten una sensación inequívoca de poder y buena posición social que aunque no siempre se corresponde con el perfil real del propietario, sí tienen que ver, por regla general, con un amante del lujo y de la buena vida.

Y sí, se puede decir que, por encima incluso de la mayoría de los modelos de la marca, el Jaguar F-Pace también huele a dinero, y a lujo y a buena vida. Entre otras cosas porque la versión probada, con una estética imponente y una dotación espectacular, vale lo que un apartamento pequeño en la playa, una cantidad que no todo el mundo se puede permitir en un coche.

Todocamino, pero mucho más

Pero el F-Pace no es un deportivo del montón ni tampoco un Jaguar cualquiera. Y es que la firma británica ha puesto a punto el modelo más versátil, divertido, espacioso, aventurero y completo que ha construído en sus más de 80 años de historia. Y muchos clientes llevaban esperando años un Jaguar tan completo.

Como no podía ser de otra forma, este súper Jaguar se plantea inicialmente como todocamino, aunque en realidad habría que decir que el F-Pace está más cerca de un todoterreno que de un crossover. No en vano es la primera vez que un Jaguar se ha desarrollado, bajo las exigentes normas de Land Rover, en el barro y los socavones de la mítica pista de pruebas de Eastnor, en el Reino Unido, donde hasta ahora sólo se habían puesto a punto los legendarios todoterreno británicos.

La tracción total resulta casi imprescindible cuando la potencia sube de los 180 caballos, el peso de los 1.900 kilogramos y la altura de 1,60 metros. Y nuestro protagonista cumple esas premisas, entre las que se encuentran los 300 caballos de un V6 turbodiésel con un par brutal. Pero que lleve tracción total con el sistema de control 'Intelligent Driveline Dynamics' no significa que el F-Pace sea aburrido y demasiado neutro. Y el biplaza F-Type, el primero para el que se desarrolló este sistema, es un buen ejemplo de ese toque deportivo poco habitual en un modelo 4X4.

Un Jaguar que se atreve con todo

Y es que en condiciones normales de conducción, todo el par se envía al eje trasero, manteniendo el tacto propio de un deportivo de raza. Esto también minimiza las pérdidas de fuerza en el puente de transmisión, lo que ayuda a reducir el consumo siempre que la adherencia sea óptima. El F-Pace también tiene el frontal bastante corto, lo que por una parte mejora el diseño y por otra beneficia la aproximación y la salida a la hora de superar obstáculos, con ángulos de entrada y salida de 25° y 26°, respectivamente.

Por su parte, la distancia libre al suelo se ha fijado en 213 milímetros; y cuando se desarrolló el coche, las principales centralitas y otros módulos electrónicos fueron colocados tan altos como fue posible para ayudar a conseguir una profundidad de vadeo de 52,5 centímetros, aunque en un Range Rover con regulación de altura son 85.

A muchos no les cuadrará avanzar con un Jaguar por un camino de cabras, atravesar un río, meterse hasta el cuello en el barro o trepar por una trialera sencilla como quien se sube a la acera, pero a partir de ahora lo podrán hacer, y con garantías; sobre todo si el coche lleva unas ruedas y un perfil de estas adecuados para ese fin.

Respaldado por tecnología Land Rover, el F-Pace puede llevar un botón ASR (Adaptive Surface Response) que detecta los distintos tipos de terreno y ayuda a mejorar el trabajo de la tracción total optimizando el reparto de tracción y el cometido del control de estabilidad. La verdad es que el trabajo de la electrónica en el F-Pace carga con una gran responsabilidad, sobre todo después de los episodios para olvidar sufridos hace años por Land Rover en ese área. Sin embargo, los ingenieros de la marca nos aseguraron durante la presentación del coche en Montenegro que la fiabilidad de toda esta electrónica estaba más que asegurada, como vienen demostrando las últimas generaciones de modelos de ambas marcas.

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Con personalidad en carretera y fuera de ella

Pero después de hablar de un aspecto poco habitual, que abre la marca a nuevos clientes que hasta ahora no se habrían planteado un Jaguar ni por asomo, la verdadera vocación del F-Pace es la de ofrecer una personalidad deportiva en asfalto sin renunciar a la comodidad, al espacio o a un interior amplio y flexible. En cuanto al primer aspecto, los resultados llegan de la mano de una carrocería realizada en un 80 por ciento en aluminio y de un peso total inferior en casi 200 kilos respecto a, por ejemplo, un Audi Q5 equivalente, que además es diez centímetros más corto. También de un esquema de suspensiones muy elaborado, de unos amortiguadores regulables mediante el ?Adaptive Dynamics? de serie y de un reparto de pesos entre ejes 50:50, que es el ideal.

Una vez en marcha el F-Pace se mueve con una soltura inesperada, porque los 300 CV de su motor turbodiesel, por cierto bastante ruidoso al ralentí, transmiten, sean cuales sean las condiciones de carga, la sensación de ir siempre con potencia de sobra bajo el acelerador. Pero también porque cuando llega la primera curva pronunciada el todoterreno de Jaguar la negocia con una entereza sorprendente que aumenta si recurrimos a la posición Dynamic, con el ajuste de la suspensión en su posición más firme.

La única pega de este sistema es que a veces tiene un tacto algo artificial, lo que ayudado por un neumático de perfil bajo transmite al volante algunas vibraciones, siempre asociadas a una superficie muy irregular del asfalto. Medalla de honor al cambio automático de 8 velocidades, rápido y con un modo 'S' que, si hemos elegido el programa Dynamic, deja subir la aguja del cuentavueltas hasta las 5.000 rpm -4.400 en modo normal- y cambia a una marcha superior solo cuando el conductor presiona la leva. Un planteamiento muy deportivo que no siempre ofrecen los rivales.

Cargado de tecnología

La ensalada de siglas asusta y requiere cierto periodo de aprendizaje: ASR, ASPC, EPAS, JDC, TCS, TVB, DSC, EBA… Pero ojo a otra de las siglas más importantes del F-Pace. Se trata del modo ECO de conducción, que permite bajar de 8 l/100 km el consumo. Lo normal es ver esa cifra en el ordenador, una medición que se corresponde con el gasto real para un tipo de conducción normal en una combinación de ciudad y autovía a 120 km/h. Sin embargo, ese modo en el que se ajusta la respuesta del acelerador y los cambios de marcha para estimular un consumo más eficiente permite ver cifras de gasto más propias de un modesto compacto que no de un crossover de 300 CV y casi dos toneladas. Lástima que para rematar no cuente con la conducción ?a vela?, que permite desengranar la marcha de forma automática cuando se deja de acelerar.

En el interior del F-Pace encontramos una mezcla de lujo, calidad y practicidad nunca vista en la marca británica. Pero entre las ayudas a la conducción, suspenso al asistente de alcance, que tuvimos que desconectar por demasiado sensible y por aburrirnos con sus avisos. Y sorpresa en el maletero, porque al llevar rueda de repuesto de tamaño normal su piso requiere una protuberancia que resulta incómoda y resta unos cuantos litros.

En cualquier caso, el F-Pace está llamado a convertirse en el nuevo objeto de deseo, como dentro del propio grupo lo ha hecho ya el Evoque. Y con razón.

LA CLAVE

Después de ver un Porsche o un Maserati diésel, un Ferrari híbrido, un Bentley SUV, un Rolls eléctrico o un BMW de tracción delantera, lo cierto es que ya no me sorprende casi ningún golpe de timón u ocurrencia en el sector. Y menos aún que Jaguar saque al mercado un todocamino como este tras el fenómeno protagonizado por el Range Rover Evoque, de rabiosa actualidad desde hace años, sobre todo entre la clientela femenina. Ahora, con el F-Pace, les toca vengarse a los chicos.