El salvaje Bugatti Veyron 16.4 nació de la mente del mismisimo Ferdinand Karl Piëch que consideraba el potente corazón W18 (modificado posteriorente) como el centro del vehículo y se desarrolló combinando tres bloques de los conocidos motores VR6 del Grupo Volkswagen. Este corazón de naturaleza atmosférica proporcionaba 555 CV de potencia y tenía una cilindrada de 6.250 centímetros cúbicos. Nacía así un motor ideal para berlinas de lujo y refinados coupés.