La carrocería del Mazda CX-5 es nueva, y aunque conserva la misma distancia entre ejes tiene 10 milímetros más de longitud y 35 menos de altura -lo que ayuda a mejorar la aerodinámica un 6 por ciento-, lo que se acompaña de una mayor rigidez torsional -un 15 por ciento más-, de un cambio en las proporciones -el morro va más alto y el pilar delantero se retrasa 35 milímetros- y, curiosamente, de un peso mayor: 40 kilos extra en las versiones de gasolina y 45 en los diésel. Sorprende porque la tendencia en la industria parece la contraria, y porque debe tener algo que ver con el leve aumento del consumo medio; aunque es el precio a pagar para lograr otros muchos beneficios.